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Respuesta:
¿Creacionismo o evolución? Un debate que brilla por su ausencia en las aulas
El 60 por ciento de alrededor de mil profesores de biología de las escuelas públicas de nivel secundario de los Estados Unidos no está a favor de la enseñanza de la biología evolutiva, pero tampoco de otras alternativas no científicas, revela una investigación aparecida en la revista Science. Por otra parte, una encuesta realizada entre profesores de biología de la Argentina reveló que un alto porcentaje se siente disconforme frente a la ausencia o la poca profundidad con que se aborda la biología evolutiva en los programas de estudios del profesorado.
¿Creacionismo o evolución?
Explicación:
El movimiento creacionista sostiene que la vida y la tierra fueron creadas por un ser divino y realiza esfuerzos porque esta visión sea enseñada en las escuelas como si se tratara de una disciplina científica. Su objetivo es frenar la difusión de la Teoría de Darwin que afirma –en base a evidencias científicas-, que el origen de la vida obedece a procesos naturales.
“No cabe duda que la comprensión de los procesos y mecanismos de la evolución biológica que aborda la Teoría Evolutiva tiene un enorme valor heurístico ya que su marco teórico permitió mirar la naturaleza “con otros ojos” e incluir en la agenda científica una gran cantidad de problemas y preguntas previamente ignorados o considerados inabordable”, señala Massarini. Y agrega que hay otras dos buenas razones para enseñar la Teoría de la Evolución en los niveles obligatorios de la enseñanza. “Por una parte, desde el punto de vista de la lógica disciplinar, a partir de la formulación de la Teoría Sintética de la Evolución (TSE) en los años 40 del siglo XX, la teoría evolutiva se constituyó como el principal marco teórico y el hilo conductor e integrador del conocimiento biológico contemporáneo. Por otra parte, desde el punto de vista didáctico, diversos autores coinciden en destacar la conveniencia de asumir un enfoque evolutivo en la enseñanza de la disciplina (Gould, 1982; Fourez, 1994; Margulis y Sagan, 1995; Morin, 1998)”, afirma la investigadora en dicho capítulo.