Los valores de Belgrano: Investiga los valores de nuestro prócer selecciona uno de ellos y explica en que acciones que realizó los puso de manifiesto. ayuda porfa es urgentee
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Principalmente, recordamos a Manuel Belgrano por haber sido el creador de nuestra Bandera Nacional. Sin embargo, Belgrano no sólo creo la estética del símbolo nacional, sino que también le trasmitió sus valores y sus virtudes. Por lo tanto, una buena forma de conocer nuestra identidad como argentinos, es conocer los valores que representa Belgrano, los cuales podemos resumirlos en tres palabras: Entrega, Decencia y Resistencia.
Entrega, porque su formación y profesión era la de abogado y periodista, lejos de la guerra y los campos de batalla. Sin embargo, no dudo en ponerse al servicio de la patria y tomar las armas cuando tuvo que defender nuestra tierra y libertad.
Decencia, porque fue un hombre público que nació rico y murió pobre. Entregó su vida a la causa cívica que lo convocaba, dejando de lado sus intereses personales. Poco antes de morir, pagó los honorarios de su médico con el último bien material que tenía: su reloj personal.
Resistencia, porque nunca entrego la causa que defendía, aún cuando quedase en soledad, y quienes lo rodeaban flaqueaban en sus fuerzas físicas o morales. Las referencias históricas en este sentido son numerosas, pero hay una que lo pinta de cuerpo entero. Fue en 1806, durante las invasiones inglesas. Cuando las tropas inglesas tomaron el control de Buenos Aires, exigieron a todas las autoridades que prestaran juramento de lealtad. El Consulado en pleno accedió a la demanda inglesa, exceptuando a Belgrano que sostuvo: "Queremos al antiguo amo, o a ninguno", para luego exiliarse en Montevideo y colaborar con la liberación.
El esfuerzo y la entrega de Belgrano, junto a otros patriotas de su época, dieron sus frutos y sentaron las bases de un proyecto nacional basado en el progreso, la decencia y la libertad. Dicho proyecto, a poco de andar y no sin dificultades, hizo de nuestro país un lugar admirado por el mundo y receptor de las más altas expectativas de progreso. Expectativas objetivas y sensatas, muchos más altas que las de otras naciones a las que hoy llamamos desarrolladas o del primer mundo.
Sin embargo, nuestra desagarrada actualidad nos dice que dicho proyecto nacional fracasó y nos muestra que tan lejos estamos del país que Belgrano representa.
La bandera nacional fue enarbolada por primera vez en la ciudad de Rosario el 27 de febrero de 1812. Sin embargo, esta semana, en la misma ciudad, un vicepresidente sospechado de corrupción, con un patrimonio inexplicable, con un estilo de vida frívolo y un pasado de sospechas, encabezó el máximo homenaje nacional a la insignia patria y a su creador. Sucedió, entonces, una sorprendente paradoja de la historia, una imagen que habla por sí sola y que casi obliga a los argentinos a reflexionar y realizar una profunda autocrítica que nos permita dilucidar que nos paso y que hemos hecho con el legado de Manuel Belgrano.
Es probable que concluyamos que aquel proyecto de grandeza nacional por el que lucharon tantos hombres de bien, y en el que Belgrano resultó ser una referencia cardinal, fue transformándose con el paso del tiempo en otro proyecto al que paradójicamente también se lo llama nacional, pero con valores y principios de signo contrario y cuya máxima encarnadura podemos verla hoy en un sistema político arcaico, corrupto y clientelar. Los resultados de este proyecto de desintegración nacional son el permanente atraso y empobrecimiento de nuestro país, tanto en el plano material, como en el social y cultural. Un país en manos de corruptos y mafiosos, cuyas fortunas personales crecen al mismo tiempo que crecen las villas miserias y el padecimiento de nuestro gente, fundamentalmente la más postergada, que ya no puede caminar tranquila, atenderse dignamente en un hospital público, recibir una educación adecuada, o proteger a sus hijos del lento genocidio que lleva adelante el paco.
Y lo peor de todo es que nos quieren hacer creer que eso es desarrollo, que eso es progresismo o que eso es justicia social.
Esa misma dignidad y voluntad es la que encontramos aquí en La Matanza, cuando hace más de 10 años, un grupo de desocupados, liderados por “Toty” Flores, rechazaron los planes clientelares que buscaban someterlos y dominarlos. Ellos, al rechazarlos, demostraron que otro país es posible, ya que aún en las peores condiciones materiales, es posible la integración social, el ascenso cultural y la libertad cívica. Hoy pueden mostrar orgullosos una cooperativa de trabajo con increíbles proyectos que recorrieron distintas partes del mundo, una escuela para los pibes del barrio con aire acondicionado en las aulas, y desde hace unos días, junto a otros excluidos morales, derribaron otro prejuicio: aquel que dice que los Bancos de primer nivel no abren sus puertas en barrios pobres.