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RespuestaSi reflexionamos un poco, nos podremos dar cuenta, que nosotros los seres
vivientes, en particular nosotros seres humanos pensantes y con conciencia,
nos damos cuenta que venimos de la nada y que vamos hacia la nada. Es decir
nacemos a una vida, en la cual transcurrimos hacia la muerte y que nos
amparamos en un pensamiento religioso, el cual nos habla o bien de la
resurrección o de la reencarnación, que nos lleva a una nueva vida en lugares
más allá de la tierra o bien nos atrapa en la rueda de la vida, en un constante
nacer-morir- nacer.
Si queremos utilizar una definición médico-biológica, con algo de humor, sobre
que es la vida, se podría definir a la vida como: “Una enfermedad hereditaria,
que se transmite sexualmente, que es incurable y mortal.” Si leemos esta
aseveración, que contiene en si algo de humor, nos podremos dar cuenta que
es muy cierta, pues en si encierra el ciclo del vivir.
Nietzsche aconsejaba el “vivir en el peligro”, se podría pensar si esta
aseveración es en si un pleonasmo o una frase necia, pues si lo vemos como
un pleonasmo, lo sería, pues toda vida es peligrosa o está llena de peligros y si
lo vemos como una necedad, pues si uno esta vivo, tratará de disminuir los
riesgos del vivir en lugar de aumentarlos.
Bichat, médico francés, a principios del siglo XIX, propuso la siguiente
definición de la vida, que dice así: “La vida es el conjunto de funciones que se
resisten a la muerte”. Así se puede afirmar que toda vida es un riesgo y no lo
es por accidente, si no por esencia. Los seres vivos son un grupo por si mismo
de riesgo, así que vivir en peligro o al riesgo de la vida es simplemente vivir.
Es decir que uno vive no tratando de evitar el peligro o los riesgos que presenta
el vivir, sino que uno trata de aplicar una de las cuatro virtudes cardinales, la
cual es la prudencia. Es decir que el vivir con prudencia nos permite tomar una
conciencia real de los riesgos del vivir y continuamos inmersos en el proceso
del vivir pero utilizando criterios que nos permitan el disminuir los riesgos, en
cualquier tipo de actividad que realicemos en el diario acontecer de la vida: Es
imposible el huir o evitar de manera absoluta cualquier riesgo y esto no nos
debe llevar a un estado de inercia o de pasividad frente a la vida.
Veamos, una persona que le gusta y es un profesional de las carreras de alta
velocidad, deporte de alto riesgo, esto no le va a impedir a esa persona que no
practique ese tipo de automovilismo, ese corredor, usará toda la experiencia y
expertisia para disminuir los factores de riesgo y no por eso se abstendrá de
practicar algo que le da emoción y placer. Claro, no se debe llevar a los
extremos el uso de la prudencia y el de evitar los riesgos, así una persona
puede decirse así mismo, pues en materia de carreras de alta velocidad y de
sexualidad, yo prefiero andar a pie y ser casto. Como ven, hay no se trata de
prudencia o precaución, sino de renuncia, es necesario más prudencia y menos
querer huir.
El principio de la precaución nos dice: No hagamos nada que presente un
posible riesgo, que no seamos capaces de medir a ciencia cierta, ni del cual
estemos seguros de poder dominar. Esto se podría decir de una manera breve:
Ante la duda, abstente, es decir siempre existirá una duda razonable, ya que el
riesgo cero o la ausencia de riesgo, nunca existirá, por lo tanto la persona
tenderá a abstenerse. Así no estaremos frente a una precaución, si la
entendemos de esta manera, si no más bien ante una actitud paralizante y
desmovilizadora, mortífera.
Si uno al despertarse en la mañana, el tomar la decisión de levantarse de la
cama es asumir un riesgo, pero de igual manera el no querer levantarse y
permanecer en la cama un día y otro día, con miedo a levantarse, es asumir un
riesgo aún mayor.
Ahora bien, veamos el principio de precaución en otra óptica. No piense en el
hecho de que el riesgo es algo cierto y tenga que medir con exactitud sus
consecuencias para intentar reducir al máximo el riesgo como tal. Es decir no
exclamar, ante la duda abstinencia, si no más bien, ante la duda acción, es
decir un principio no de inhibición, sino de acción.
Vivamos, sintámonos que estamos vivos, no paralizados por el miedo de vivir,
pero si es muy conveniente el vivir con prudencia y sin dejarnos paralizar por el
miedo, miedo a actuar, miedo a ser, miedo a pensar, miedo a vivir. Caminemos
con paso firme y seguro en esta vida y como decía Descartes, no corramos
hacia el precipicio, pero tampoco nos quedemos en la cama a esperar la
muerte.
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