12 cuentos de clemente palma

Respuestas

Respuesta dada por: pierocalero1020
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Respuesta:son los siguientes:

Excursión literaria, selección de la columna del mismo nombre que tenía en el diario El Comercio, Lima, 1895

Dos tesis, Lima, 1897. Contiene:

El porvenir de las razas y Filosofía y arte

El Perú, ensayo, Barcelona, 1898

Cuentos malévolos, con una carta-prólogo de Miguel de Unamuno, Barcelona, 1904 (2ª edición aumentada, con prólogo del escritor Ventura García Calderón, París, 1913)

Mors ex vita, novela breve publicada en la revista mensual Mercurio Peruano, 1918; en libro aparte: Lima, 1923

La cuestión de Tacna y Arica y la conferencia de Washington, artículo sobre el tema aparecidos en La Crónica y Variedades, Lima, 1922

Historietas malignas, Lima, 1925. Contiene la novela breve Mors ex vita más tres cuentos

XYZ, novela, Lima, 1935

Don Alonso Henríquez de Guzmán y el primer poema sobre la conquista de América, Lima, 1935. Contiene el poema Nueva obra y breve en metro y prosa sobre la muerte del adelantado don Diego de Almagro (c. 1550), atribuido a Alonso Henríquez de Guzmán, y un estudio preliminar que había publicado en 1905 en El Ateneo

Había una vez un hombre..., artículos políticos en defensa del gobierno del depuesto Augusto Leguía, Lima, 1935

Crónicas político-doméstico-taurinas, textos publicados en Variedades entre los años 1909 y 1919 con el seudónimo de Juan Apapucio Corrales, con prólogo suyo y epílogo del escritor José Gálvez Barrenechea; Lima, 1938

La nieta del oidor, edición póstuma de Ricardo Silva Santisteban, 1986. En vida de Palma aparecieron solo dos capítulos: uno en la revista Ilustración Peruana (1913) y otro en Cultura (1915)

Explicación paso a paso:

Respuesta dada por: ivanruizvelasquez
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Respuesta:

 

Por un acto de estricta justicia, debemos señalar que, en 1904, Clemente Palma publica el primer libro peruano de narraciones breves del siglo XX, Cuentos  

Tabla de contenido

malévolos (Barcelona: Imp. Salvat), afirmando así el género que de cierto modo, aunque tímido, se había esbozado a fines del siglo XIX. Palma - hijo es un autor singular, conocedor de la urdimbre del cuento y el más consistente vocero del complejo espíritu de fin de siglo. Sin embargo, la magnitud de su importancia y su contribución personal a la narración han sido sobreestimadas, quizá por la indulgencia con que se suele tratar al hijo de un padre ilustre, a quien se elogia desde antes de leerlo, sin prestarle la atención debida.

Entre otras cosas, hasta ahora, por ejemplo, ignoramos en detalle sus juicios sobre la "tradición" que practicaba don Ricardo, a quien sin duda respetaba, pero no al momento de escribir, acto que le sirvió para independizarse de aquella sombra benigna; sólo sabemos del afecto y orgullo con que su padre se refería a él (lo llamaba todo "un cerebro"1), perdonando así de antemano la actitud levantisca y "satánica" de su retoño, por más intelectual y amoral que éste se creyera. Pero quizá esta misma indulgencia tenga un lado positivo. Incluso cuando, en 1904, siendo cónsul del Perú en Barcelona, obtiene para su libro un importante prólogo de Miguel de Unamuno o mejor, un espaldarazo a sus temas y estilo, Unamuno sólo le escribe una carta amable recordando que la envía por dos razones: porque Clemente es hijo de su famoso padre, cuyo talento elogia, y porque es un hombre joven en quien se confirma el refrán "de tal palo, tal astilla". La carta-prólogo le quita, pues, impacto al título escandaloso y provocador del nuevo libro, así como a la nueva "moral" que éste defiende; y luego, en medio de juegos verbales y malabares, le habla de moral y religión como a un joven que se cree descarriado, pero Unamuno sabe que no lo es. De nuevo el paternal perdón y la palmadita al hombro. Y por fin, Unamuno defiende la religión católica y a Cristo por encima de Luzbel, en una refutación cordial de los atrevimientos a que llega el joven autor en su cuento "El hijo pródigo". En una palabra, le quita pólvora al barril preparado por Clemente en contra de los usos literarios y las costumbres sociales de la época. Le quita su aire perverso y sus desplantes ideológicos (tan caros para un profesor de filosofía del arte como se juzgaba a sí mismo Clemente), y acaba jugando con frases sobre el bien y el mal, deseándole suerte y agradeciéndole el envío del libro, ya que éste le ha provocado escribir tal vez un ensayo sobre el perdón cristiano2.

¿Quién es este autor primerizo, que se presenta al público español y latinoamericano con un volumen desafiante y una carta-prólogo firmada nada menos que por Unamuno?  

De sus datos biográficos3, tomados de un artículo de Jorge Basadre en el Boletín Bibliográfico de San Marcos, de julio de 1938, y de los consignados por el Diccionario de Milla Batres y la Enciclopedia Ilustrada de Tauro, acaso lo más importante sea su formación profesional, sus grados de Bachiller (1897) y Doctor en Letras (1897), con las tesis tituladas El porvenir de las razas en el Perú y Filosofía y Arte, respectivamente, publicadas ese mismo año, y el bachillerato en jurisprudencia (1899), con su ensayo El sentimiento religioso en sus relaciones con la delincuencia. Casi enseguida se recibe de abogado, y desde 1892, a la sombra y protección de su padre, entra a laborar en la Biblioteca Nacional, hasta que en 1902 parte como cónsul a Barcelona. A su vuelta en 1906 (se supone que en el lapso recorrió parte de Europa), será catedrático en San Marcos de los cursos de Estética e Historia del Arte, Literatura Americana y del Perú, culminando por fin su vida como diputado por Lima (1919-1930), y fundador o director de importantes revistas, entre las cuales sobresalen El iris (1893-1894), Prisma (1906-1908), Variedades (1908-1931) y el diario La Crónica (1912-1929).

Cuando muere, en 1946, a la edad de 74 años, su perfil es el de un intelectual serio (pese a juzgar mal la obra inicial del joven César Vallejo), estudioso de las letras, la psicología, la jurisprudencia, la estética y la historia del arte, vinculándose con la literatura nacional a través de su larga carrera periodística durante tres décadas muy interesantes, en las cuales revistas y periódicos difundieron el desarrollo de la vida artística y política del país.

Cronológicamente, al referirnos al cuentista Clemente Palma, deberíamos empezar por "En el carretón", escrito, según el autor, en 1897, y publicado por vez primera en la revista Flecha N°1, en diciembre de 1924, antes de ser recogido en el volumen Historietas malignas de 1925.

NO ME DA 12 CUENTOS ESPERO AYDUARTE  ;D

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