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ESTEREOTIPO, PREJUICIO … DISCRIMINACIÓN
Un ESTEREOTIPO es una imagen mental muy simplificada y generalizada basada en creencias compartidas y suelen exagerar un determinado rasgo que se cree que tiene el grupo en cuestión. Dicho rasgo puede referirse a aspectos físicos, a intereses, etc. y no tiene por qué ser negativo, por ejemplo considerar que los japoneses son disciplinados puede considerarse positivo, pero los estereotipos son, en realidad, falsas creencias y suelen estar generadas por distorsiones cognitivas de la realidad que cumplen funciones de categorización, de simplificación de la realidad[1] y convierten mentalmente el mundo en un lugar más previsible surgiendo como un mecanismo de economía cognitiva[2]. Aunque cueste admitirlo, buena parte de la información que manejamos en nuestra cabeza está basada en pequeños y muy sesgados hechos reales[3].
Un PREJUICIO es un juicio u opinión, generalmente negativo, que se forma sin motivo y sin el conocimiento necesario, supone una actitud negativa y hostil hacia una persona que identificamos como perteneciente a un grupo, que se considera ajeno al propio grupo de referencia (región, nación, religión, cultura, clase social, orientación sexual, profesión, etc.)[4]. El prejuicio nace sin tener evidencias, por eso es pre-juicio.
¿Cuál es la diferencia entre ESTEREOTIPO y PREJUICIO? Ambos son sesgos cognitivos pero los estereotipos tienen más relación con la parte cognitiva y en los prejuicios interviene la parte emocional. Por otra parte, el prejuicio hace referencia no solo a una opinión o creencia sino a una actitud hacia el referente, actitud que puede incluir sentimientos de desprecio, por ejemplo.
El estereotipo es colectivo, no se estereotipa a una persona puesto que es una imagen compartida por una colectividad.
El prejuicio es un juicio de valor negativo que carece de experiencia directa con la realidad y puede ser individual. Pero el problema es que puede generalizarse.
Tener estereotipos en nuestro imaginario colectivo[5] es normal, todos los tenemos, el entorno social nos los transmite desde la más tierna infancia para afrontar el miedo a lo desconocido poniendo etiquetas a lo que no conocemos, sirven como atajos mentales.
Pero cuando nos encontramos frente a una persona de un grupo al que le hemos puesto una etiqueta y la hemos categorizado se puede transformar en PREJUICIO y una consecuencia del pensamiento categórico es que facilita la distorsión de las percepciones[6] y sin ni siquiera conocer a la persona se puede tener un sentimiento preconcebido hacia ella. Los prejuicios tienen tendencia a convertirse en actos discriminatorios.
La DISCRIMIINACIÓN es tratar a alguien de forma distinta solo por ser quien es o por sus creencias y es muy fácil negar los derechos humanos a una persona si se la considera como alguien diferente o inferior. En la base de todas las formas de discriminación están el prejuicio basado en conceptos de identidad y la necesidad de identificarse con cierto grupo[7] .
Hostilidad, exclusión, diferencia de trato … cuando un comportamiento está dictado por un prejuicio se convierte en DISCRIMINACIÓN.
¿Qué consecuencias pueden tienen estos juicios de valor? La evitación, el abuso verbal, la violencia, el acoso…
Nuestro pensamiento y nuestro criterio no puede estar basado en un mecanismo inconsciente y automatizado[8]; se hace necesaria una reflexión acerca del mundo, de su funcionamiento y de los seres que en él habitan.
Dejarnos llevar por los estereotipos y caer en los prejuicios es no considerar que hacen referencia a realidades sociales cuyos efectos son la causa de dolor de miles de personas; debemos ser capaces de anteponer la reflexión a los heurísticos, a los atajos mentales que suponen generalizar en exceso[9]. Porque esas reglas inconscientes y automáticas que nos permiten simplificar los conceptos no son más que trucos mentales para guiar la toma de decisiones por senderos de pensamiento más fáciles[10].
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