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El pasado mes de julio se clausuró en Budapest el Congreso Mundial sobre la Ciencia convocado por la UNESCO y el Consejo Internacional de la Ciencia (ICSU). La convocatoria reunió a delegados de más de 140 países, así como a representantes de numerosas asociaciones científicas y organizaciones relacionadas con la ciencia. El Congreso se cerró con la aprobación por el plenario de una Declaración sobre la Ciencia y el uso del Conocimiento Científico, así como con el desarrollo de ese documento en un Marco de Acción. El tema estrella del Congreso y de la propia Declaración fue articular y consensuar un nuevo contrato social para la ciencia.
El Congreso de Budapest consistió en un esfuerzo más para hacer frente a uno de los problemas principales a los que se enfrenta nuestra sociedad de fin de siglo: la renegociación de las relaciones entre ciencia y sociedad. Es un problema complejo con dimensiones académicas, ético-políticas, económicas y educativas; un problema realmente difícil de dilucidar dada la extraordinaria relevancia que han adquirido la ciencia y la tecnología en el mundo actual. Es, asimismo, un tema que ocupa el centro del interés académico de los recientes estudios de «ciencia, tecnología y sociedad» (CTS), conocidos también como estudios sociales sobre ciencia y tecnología. Los estudios CTS, que estuvieron presentes en la reunión de Budapest, constituyen un nuevo y medrante campo de trabajo centrado en la comprensión de los aspectos sociales de la ciencia y la tecnología. Antes de ocuparnos de ellos, y de comentar el reto que plantean en el contexto iberoamericano, es preciso revisar brevemente el antecedente histórico de la Declaración de Budapest y de los propios estudios CTS.
1. Ciencia y tecnología en sociedad
En 1968, en pleno apogeo del movimiento contracultural, Theodore Roszak expresaba sus ideas sobre el papel de la ciencia y la tecnología en el mundo contemporáneo: «Cualesquiera que sean las demostraciones y los beneficiosos adelantos que la explosión universal de la investigación produce en nuestro tiempo, el principal interés de quienes financian pródigamente esa investigación seguirá polarizado en el armamento, las técnicas de control social, la mercancía comercial, la manipulación del mercado y la subversión del proceso democrático a través del monopolio de la información y del consenso prefabricado» (1968: 286). Las palabras de Roszak, tremendas y exageradas como corresponden a un teórico de la contracultura, reflejan, no obstante, el espíritu de los tiempos: una creciente sensibilidad social y una preocupación política por las consecuencias negativas de una ciencia y una tecnología fuera de control. Es lo que se ha llamado «síndrome de Frankenstein», que empezó a extenderse en la opinión pública de los años 60 y 70.
2. Los estudios CTS
Es, no obstante, una reacción que no se agota en los ámbitos social y político. Originarios de finales de los años 60 y principios de los 70, los estudios CTS reflejan en el campo académico y educativo esa nueva percepción de la ciencia y la tecnología y de sus relaciones con la sociedad. Los estudios CTS definen hoy un espacio de trabajo reciente aunque bien consolidado, de carácter crítico respecto a la tradicional imagen esencialista de la ciencia y la tecnología, y de carácter interdisciplinar por concurrir en él materias como la filosofía y la historia de la ciencia y la tecnología, la sociología del conocimiento científico, la teoría de la educación y la economía del cambio técnico. En general, se trata aquí de comprender la dimensión de la ciencia y la tecnología, tanto desde el punto de vista de sus antecedentes sociales como de sus consecuencias en la comunidad y en el ambiente, es decir, tanto por lo que atañe a los factores de naturaleza social, política o económica que modulan el cambio científico-tecnológico, como por lo que concierne a las repercusiones éticas, ambientales o culturales de ese cambio.
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