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TÁCITO
(c. 56-120) A Tácito se le considera uno de los grandes historiadores de la Roma antigua. Su obra Anales trata la historia del Imperio romano desde el año 14 hasta el 68 (Jesús murió en el año 33). Tácito escribió que el gran incendio que devastó la ciudad de Roma en el año 64 se le atribuyó al emperador Nerón, pero que Nerón culpó del incendio a los cristianos “para acabar con los rumores”. Luego añadió: “Aquel de quien tomaban el nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato” (Anales, XV, 44).
SUETONIO
(c. 69-d. 122) En su obra Vida de los césares, el historiador romano Suetonio narró los sucesos acontecidos en los reinados de los primeros once emperadores romanos. En la sección dedicada a Claudio, hizo referencia a unos disturbios que surgieron entre los judíos de Roma, tal vez provocados por disputas a causa de Jesús (Hechos 18:2). Suetonio escribió: “Puesto que los judíos constantemente causaban disturbios por instigación de Cresto [Cristo], él [Claudio] los expulsó de Roma” (El divino Claudio, XXV, 4). Aunque culpó erróneamente a Jesús de generar disturbios, Suetonio no dudó de su existencia.
PLINIO EL JOVEN
(c. 61-113) Fue escritor y gobernador de Bitinia (actual Turquía). En una carta que envió al emperador romano Trajano, Plinio le preguntó cómo debía tratar a los cristianos. Le dijo que había intentado obligarlos a renegar de su fe y que había ejecutado a todos los que se negaron a hacerlo. Agregó: “Quienes repitieron conmigo una invocación a los dioses [paganos] y ofrecieron ritos religiosos con vino e incienso delante de tu estatua [...] y maldijeron a Cristo [...,] pensé apropiado absolverlos” (Plinio el Joven, Cartas, Libro X, XCVI).
FLAVIO JOSEFO
(c. 37-100) Josefo, historiador y sacerdote judío, escribió que Anás, sumo sacerdote que continuó ejerciendo mucha influencia política, hizo lo siguiente: “Reunió el sanedrín [el tribunal supremo judío]. Llamó a juicio al hermano de Jesús que se llamó Cristo; su nombre era Jacobo [o Santiago]” (Antigüedades judías, XX, 200).
EL TALMUD
Esta colección de escritos rabínicos judíos, que data de los siglos tercero a sexto, muestra que hasta los enemigos de Jesús confirmaron su existencia. Un pasaje dice que en “la Pascua, Yeshu [Jesús] el Nazareno fue colgado”, dato que es históricamente correcto (El Talmud de Babilonia, Sanedrín 43a, según la lectura del Códice de Múnich; vea Juan 19:14-16). En otro declara lo siguiente: “Que no tengamos hijo ni discípulo que se deje estropear en público como el Nazareno”, título con el que se solía llamar a Jesús (El Talmud de Babilonia, Berajot 17b, nota, según la lectura del Códice de Múnich; vea Lucas 18:37).
Fuente: JW
Explicación:
Celso (175 d.C.)
En «Doctrina verdadera» ataca a los cristianos. Aunque no se conserva su libro, sí muchas de sus citas por la refutación que escribió Orígenes unos 70 años después.
Suetonio (120 d.C.)
El historiador romano (70-140 d.C.) hace una referencia en su libro «Sobre la vida de los Césares» donde narra las vidas de los doce primeros emperadores romanos. En el libro V se refiere a un tal «Chrestus» al mencionar la expulsión de los judíos de Roma ordenada por el emperador Claudio: «Expulsó de Roma a los judíos que andaban siempre organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus».
La mayoría de los historiadores coinciden en que Chrestus es Cristo porque era frecuente que los paganos confundieran Christus y Chrestus y no existe ningún testimonio sobre ningún Chrestus agitador desconocido.
En los Hechos de los Apóstoles se recoge este acontecimiento: «[Aquila y Priscila] acababan de llegar [a Corinto] desde Italia por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma».
Plinio, el joven (112 d.C.)
Procónsul en Bitinia del 111 al 113 y sobrino de Plinio el Viejo. Se conservan 10 libros de cartas que escribió. En la carta 96 del libro 10 escribe al emperador Trajano para preguntarle qué debía hacer con los cristianos, a los que condenaba si eran denunciados. En ella cita tres veces a Cristo y señala que los cristianos decían que toda su culpa consistía en reunirse un día antes del alba y cantar un himno a Cristo «como a un dios»: «Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y cuando renegaron de Cristo (Christo male dicere). Otras gentes cuyos nombres me fueron comunicados por delatores dijeron primero que eran cristianos y luego lo negaron. Dijeron que habían dejado de ser cristianos dos o tres años antes, y algunos más de veinte. Todos ellos adoraron tu imagen y las imágenes de los dioses lo mismo que los otros y renegaron de Cristo. Mantenían que la sustancia de su culpa consistía sólo en lo siguiente: haberse reunido regularmente antes de la aurora en un día determinado y haber cantado antifonalmente un himno a Cristo como a un dios. Carmenque Christo quasi deo dicere secum invicem. Hacían voto también no de crímenes, sino de guardarse del robo, la violencia y el adulterio, de no romper ninguna promesa, y de no retener un depósito cuando se lo reclamen».