Respuestas
Respuesta:
Vivimos con la idea de que las condiciones físico-químicas de la biosfera, esa estrecha franja de nuestro globo terrestre donde se da el fenómeno de la vida, han permanecido inmutables desde los orígenes de la tierra. Pero esto no ha sido así. Ni los parámetros físicos, ni la composición química, han sido ajenos a la evolución que ha sufrido lo orgánico y lo inorgánico en los 4.500 millones de años con que cuenta nuestro, hoy, maltratado planeta. La composición actual de la atmósfera terrestre es consecuencia de una conjunción casual de factores y circunstancias aleatorias acaecidas durante este sensacional periodo de tiempo.
Explicación:
Puede que nos sorprenda que la envolvente gaseosa del planeta carecía de oxígeno en sus orígenes. Fue el fenómeno de la vida, aparecida en condiciones de ausencia de este gas, el que, después de una larga evolución, provocó el aumento significativo de la concentración de oxígeno atmosférico. La primera capa de gases que envolvió nuestro planeta se formó como consecuencia de erupciones volcánicas que lanzaron al espacio grandes cantidades de dióxido de carbono, vapor de agua, óxidos de azufre y de nitrógeno, con trazas de otros materiales, entre ellos, el oxígeno. La composición de la primera atmósfera terrestre contenía una alta concentración de dióxido de carbono, CO2, aproximadamente un 98%, y un 1,9% de Nitrógeno, N2, junto con cantidades menores de otros gases, como vapores de azufre, SOx, y óxidos de nitrógeno, NOx, hidrógeno, H2, metano, CH4, amoniaco, NH3, y pequeñísimas cantidades de oxígeno de oxígeno molecular, O2. Esta molécula simple, tan indispensable hoy para los animales y las plantas superiores, sólo representaría en la mezcla gaseosa inaugural una concentración despreciable en sentido matemático, además de tóxica para las primeras formas de vida que lo producían como un efluente desechable inútil.