• Asignatura: Arte
  • Autor: Sag1tar1o11
  • hace 7 años

explicar en un texto opinion sobre los limites de las obras de arte

Respuestas

Respuesta dada por: damarismy07
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dice que «el límite del arte, como el de toda technè, es la potencia determinativa de la mente humana. Se hace aquello que es componible con los recursos imaginarios que forman la subjetividad en un momento definido. Un ente finito -los humanos lo somos- se halla permanentemente confrontado a sus límites y configurado por ellos. En el arte -o en la artesanía- se alza constancia de esos límites.

Explicación:

Respuesta dada por: unonoka
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Las lascivas Lolitas de Balthus llegan a Madrid. Una de ellas, «Thérèse soñando», sufrió en carne propia un intento de censura: más de 12.000 personas firmaron en 2017 para que se retirara de las salas del Metropolitan de Nueva York. El museo no cedió. Antes incluso de la inauguración de la retrospectiva que le dedica al artista el Museo Thyssen a partir del próximo día 19, la polémica ya está servida. La Alianza Evangélica Española emitió un comunicado en el que se afirma que «algunos cuadros de Balthus que se van a exponer en el Thyssen degradan la dignidad de la infancia» y piden su retirada. «Denunciamos –continúa el comunicado– el doble rasero moral de condenar la pedofilia y perseguirla judicialmente, pero promocionarla y normalizarla cuando es una obra de arte». El año pasado el presidente de Ifema pidió a una galerista que retirara una polémica obra de Santiago Sierra de su estand en ARCO. En el centenario de Egon Schiele, la publicidad de su exposición conmemorativa tapaba estratégicamente los órganos sexuales de sus retratados. Y Facebook censura todo desnudo, por muy rubensiano que sea.

Arte y libertad

¿Debe tener límites el arte? ¿Cuáles serían? ¿Cómo conjugarlo con las distintas sensibilidades éticas, religiosas, políticas...?

Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen, cree que «cada espectador fija los límites para sí mismo; cada uno decide lo que desea o no desea ver. Yo no veo películas “gore” ni información de sucesos en televisión. Pero nadie, aparte de los jueces en la aplicación de la ley, puede erigirse en censor e imponer a otras personas adultas lo que deben o no deben ver».

Gabriel Albiac, filósofo y columnista de ABC, dice que «el límite del arte, como el de toda technè, es la potencia determinativa de la mente humana. Se hace aquello que es componible con los recursos imaginarios que forman la subjetividad en un momento definido. Un ente finito -los humanos lo somos- se halla permanentemente confrontado a sus límites y configurado por ellos. En el arte -o en la artesanía- se alza constancia de esos límites. Que se haga por vía de entusiasmo o de rechazo, nada cambia: en eso, la tesis freudiana, según la cual el inconsciente no distingue entre afirmación y negación, me parece incontrovertible. Constatar algo no suprime ese algo. Combatir los límites es constatar los límites. Y no hay “aviso” que sirva para nada en esto. A no ser uno muy genérico, que pusiéramos a la puerta de cualquier obra humana: “Los hombres son (somos) una curiosa variedad de animales predadores hablantes. Y están (estamos) forzados a construir paradójicamente las imágenes, sueños y pesadillas de su predación”».

Para Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, «la sensibilidad de los distintos grupos no puede pesar más que la posibilidad de expresar a través de cualquier manifestación artística una idea o un pensamiento. El arte es ese espacio en el que cualquier sociedad sana puede y debe tratar sus esperanzas, deseos pero también los terrores y miedos más inconfesables. La tragedia griega que, con su desobediencia de las leyes injustas, magnicidios, incestos, etc, reflejaba lo mejor y peor del ser humano, representa una de las cumbres de la cultura occidental y es ejemplar en este sentido».

El artista Bernardí Roig afirma con rotundidad que el arte «no debe tener límites. Lo único que puede limitar al arte es su falta de imaginación. Un arte mediocre es un arte limitado. No debe conjugar con ninguna sensibilidad por muy sensible que sea. Al contrario, debe partirlas por la mitad, atravesarlas y cuestionarlas. El arte está para desmoronar todas nuestras seguridades y devolvernos una mirada nueva, craquelada y fragmentada, para llevarnos a lugares que nunca habíamos imaginado. En la entrada de las exposiciones debería haber una cartela que pusiera: “El arte está para herir la sensibilidad del espectador. Sea la sensibilidad que sea”. Quizás el arte sea eso: convertir sensibilidades heridas en hermosas cicatrices

Para Carlos Urroz, director de ARCO, «la creación de los artistas responde a la sensibilidad más profunda y en su obra aparecen sus sentimientos y manera de pensar, sobre temas estéticos, políticos, religiosos o de identidad sexual. Son su diario personal que trasladan a obras que luego pasan a la esfera pública a través de su exposición en galerías y museos, de igual manera que el pensamiento de los escritores se hace público con la edición de sus novelas, ensayos u obras de teatro. Es el espectador el que debe tener el discernimiento para entenderlo, aceptarlo o rechazarlo. El museo, que es ya el espacio público, solo muestra ese entorno personal sin que ello implique ningún tipo de apología. Menos aún si se trata de obras creadas hace décadas o siglos, por lo que su valoración debe ser entendida en ese contexto. El público tiene total libertad para acudir o no a esas muestras».

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