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El raciovitalismo es la madurez filosófica de Ortega. Abarca de 1923 a 1955. El raciovitalismo es, el intento filosófico orteguiano de superar el irracionalismo a que lleva el vitalismo, y también, a la vez, de corregir la miopía intelectual que significa el Racionalismo. El raciovitalismo es una meditación sobre las dos perspectivas más radicales en las que el hombre está situado: la perspectiva de la vida y la perspectiva de la razón.
El raciovitalismo es pues, un intento de asumir lo que de positivo hay en el vitalismo sin renunciar para ello a lo que de valioso hay en el uso teórico de la razón.
La primera tesis del raciovitalismo afirma que la realidad, la vida como su faceta más significativa, tiene primacía ontológica. El pensamiento viene después y debe abordar esa realidad y esa vida que le son preexistentes.
La vida es la realidad radical y preexiste al pensamiento. La razón debe dar razón de lo que hay. Mi vida al ser mi realidad radical, es intransferible a ningún otro hombre.
Dado que el hombre está destinado a actuar, y la forma humana de actuar está regida por el pensamiento, el hombre ha tenido que desarrollar todas las potencialidades de éste último para lograr la pervivencia. Precisamente la necesidad del hombre de pensar y su capacidad de ensimismarse, de retraerse en sí y de distanciarse de las cosas es la separación radical existente entre la vida humana y cualquier otra clase de vida. Con ello se introduce en la vida la razón, porque el hombre necesita de ella para la pervivencia.
Una de las formas de manifestarse el pensamiento nacido de la necesidad radical del hombre, la necesidad en la que el hombre se halla, es lo que llamamos "ideas". Las ideas constituyen las coordenadas con las que el hombre se orienta en el mundo y con las que pretende solucionar su necesidad radical y cualquier otra necesidad adventicia de la que tome conciencia.
Las ideas son heterogéneas. Esta heterogeneidad es la que lleva a Ortega a clasificarlas en "ideas" propiamente dichas y "creencias". Las ideas son aquellos pensamientos que construimos y de los que somos conscientes; esto es, las ideas las tenemos y discutimos porque no nos sentimos totalmente inmersos en ellas. Las creencias, por su parte, son una clase especial de ideas que tenemos tan asumidas que no tenemos ni siquiera necesidad de defenderlas, porque en las creencias vivimos inmersos, son nuestra realidad y como tal realidad las tomamos sin hacernos habitualmente cuestión de ellas.
En contraste con las ideas, que nosotros poseemos, las creencias nos poseen a nosotros, porque nos rodean al modo como lo hace el aire que respiramos. Hasta tal punto estamos impregnados de nuestras creencias, que la carencia de ellas paralizaría nuestra acción, sería nuestra muerte en cuanto hombres como sería nuestra muerte biológica la carencia de aire.
La duda es la primera actitud reflexiva de hombre que ha dejado de hacer pie en la realidad de una creencia y tiene que buscar la solidez de un nuevo asentamiento sobre el que vivir.
Las ideas son pensamientos y como todo pensamiento es reflexivo y crítico, esto es, no nos permite vivir en él confortablemente establecidos, sino que está en un continuo hacerse y deshacerse, somos capaces de morir por ellas, pero no de vivir de ellas.
El hombre no tiene naturaleza, tiene historia. El hombre es un ser que se está haciendo incesantemente a sí mismo, tiene futuro. Por ello tiene que recordar el pasado. El recuerdo del pasado es lo que le permite encontrar las coordenadas necesarias para orientarse hacia el futuro. Nuestro pasado es función de nuestro futuro.