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La Declaración Universal de los Derechos Humanos cumple 70 años y continúa siendo la “Carta Magna internacional para toda la humanidad”, tal y como la definió Eleanor Roosevelt, presidenta de la Comisión para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Sin embargo, antes de llegar a este momento de 1948 en el que la viuda del ex presidente estadounidense Theodore Roosevelt presentó al mundo este documento, ya existían tratados que recogían la necesidad de otorgar un estatus único e igualitario a todos los seres humanos.
Las Naciones Unidas marcan el origen de los Derechos Humanos en el año 539 antes de Cristo. Cuando las tropas de Ciro el Grande conquistaron Babilonia, Ciro liberó a los esclavos, declaró que cualquier hombre era libre de escoger la religión que quisiera y estableció la igualdad racial. Estos y otros preceptos fueron grabados en un cilindro de barro conocido como el Cilindro de Ciro, cuyas disposiciones inspiran los cuatro primeros artículos de la actual Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La Carta Magna inglesa, principio de la democracia moderna
Basándose en estos decretos, civilizaciones indias, así como Grecia y Roma, ampliaron el concepto de “ley natural” y la sociedad siguió avanzando hasta llegar a otro momento clave en la historia de los Derechos Humanos: la Carta Magna de 1215 aceptada por el Rey Juan de Inglaterra, considerado por muchos expertos el documento que marca el inicio de la democracia moderna.
También conocido como la Gran Carta, ese documento recogía, entre otros aspectos, el derecho de una viuda a no volver a casarse si poseía propiedades o garantías de igualdad ante la ley.
Nacimiento de Naciones Unidas
Ya a mediados del siglo XX, y tras la Primera Convención de Ginebra en 1864 que establecía una serie de derechos para los conflictos armados, nace en 1945 lo que hoy conocemos como Naciones Unidas. Precisamente al término de la Segunda Guerra Mundial, medio centenar de estados se reunieron para “proteger a las generaciones venideras del azote de la guerra, la cual dos veces en nuestra vida ha producido un sufrimiento incalculable a la humanidad”, tal y como se recoge en el preámbulo de su Acta Constitutiva.
Tres años después se presentan al mundo los 30 artículos que componen la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que por primera vez actúan como una carta reconocida y aceptada internacionalmente y cuyo primer artículo es que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Los Derechos Humanos hoy en un mundo globalizado
Hasta los años 90 del pasado siglo los estados eran contemplados como los principales responsables de las violaciones de los Derechos Humanos. Hoy, en un mundo globalizado donde existe la integración global de los mercados de trabajo, de bienes y servicios han aparecido nuevas formas de vulneraciones, como por ejemplo lo que la OIT (Organización Internacional del Trabajo) llama esclavitud moderna, definido como “trabajo o servicio forzoso u obligatorio que se extrae de cualquier persona bajo la amenaza de un castigo y para el cual la persona no se ha ofrecido de forma voluntaria” y al cual el Papa Francisco ya se ha referido como un mal a erradicar.
Es por ello que el respeto de los Derechos Humanos se ha convertido en asunto primordial también en el sector privado, debido al impacto que generan sus actividades. En este sentido, en 2008, precisamente para acabar con vulneraciones tales como la supresión de la libertad sindical o trabajos forzosos en la esfera empresarial, nacen los Principios Ruggie.
Los principios Ruggie son un estándar en el que se recogen los Principios Rectores sobre empresas y derechos humanos basados en tres pilares: proteger, respetar y remediar.
Llamados así por su creador, John Ruggie, entonces Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas, son un estándar en el que se recogen los Principios Rectores sobre empresas y derechos humanos basados en tres pilares: proteger, respetar y remediar.
Es responsabilidad de la empresa respetar los DDHH y no producir impactos negativos
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Según enuncian dichos principios, el estado debe proteger a la población de los efectos adversos que puedan causar las empresas en las comunidades. Es responsabilidad de la empresa respetar los derechos humanos y de no producir impactos negativos. Finalmente, el tercer pilar hace referencia a remediar el perjuicio causado.
Fuentes: Naciones Unidas, Naciones Unidas II, Federación Internacional de los Derechos Humanos, Unidos por los Derechos Humanos, Naciones Unidas III, Unidos por los Derechos Humanos II y Panorama, América Economía y Europa Press.
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