• Asignatura: Biología
  • Autor: clarasofia15m
  • hace 7 años

Su nombre en latín significa “veneno". No tienen células, ni metabolismo, ni se autorregulan y no
responden a estímulos.

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Respuesta dada por: luanarebatta
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Respuesta: No todo es lo que parece: algunos virus pueden ser buenos

Algunos virus pueden ayudar al desarrollo intestinal, otros participan en el crecimiento del sistema nervioso y hay unos que pueden ser secuestrados para ayudar a combatir el cáncer.

Por Jesús Méndez el 8 de mayo de 2015

No todo es lo que parece: algunos virus pueden ser buenos

Este es un calicivirus, responsable de causar gastroenteritis en humanos. En el laboratorio, virus de este tipo lograron reestablecer funciones intestinales en ratones. Crédito: CDC

Como los villanos en las malas películas, hay realidades que se antojan ajenas al matiz, formas de maldad pura. Los virus podrían parecer una de ellas. Al fin y al cabo “virus” viene del latín, donde significa veneno; al fin y al cabo virus son los del ébola y los del VIH, verdaderos asesinos a los que cuesta entrever algún atisbo de bondad, por lo menos desde nuestro particular lugar en el mundo. Incluso virus menos letales, como los de la gripe, distan de ofrecer algún beneficio más allá de su propia voluntad por sobrevivir.

Pero parece que a la naturaleza no le acaban de gustar las formas puras. Porque resulta que también hay virus buenos, si como buenos entendemos que proporcionan beneficios más allá de su propia supervivencia. Por ejemplo: el virus GBV-C, que en un principio se relacionó con el de la hepatitis C, resulta que no ataca al hígado, sino que infecta a los linfocitos de nuestro sistema de defensa, y al hacerlo dificulta la acción del virus del sida. Por eso, aunque no estén protegidos, los millones de personas que en el mundo portan el GBV-C tienden a sobrevivir más tiempo cuando son infectados por el VIH. Pero los beneficios no tienen que ver solo con resistencias frente a otras infecciones: en los últimos años se ha visto que algunos virus pueden ayudar al desarrollo intestinal, o incluso que los virus que llevamos incorporados en nuestro ADN participan en el crecimiento del sistema nervioso, y que sin ellos no sería posible la formación de la placenta: que, ni más ni menos, han permitido nuestro desarrollo en el vientre materno.

A continuación detallamos algo de lo que se sabe sobre todo ello.

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Virus intestinales: ¿tan buenos como las bacterias?

Por cada célula puramente humana, existen 10 bacterias en nuestro cuerpo. Forman lo que se considera el núcleo del microbioma, el conjunto de microorganismos que nos habita, el cual  pesa de media unos dos kilos y al que ya se considera como “el último órgano”. Sus funciones, más allá de contribuir a la digestión, empiezan a ser innumerables: participan en el desarrollo del sistema inmunitario, regulan el metabolismo (influyen en la obesidad y en el riesgo de diabetes), e incluso parecen comunicarse con el sistema nervioso (hay estudios que las han asociado con la ansiedad y con el riesgo de autismo). De ahí que su desequilibrio también tenga contrapartidas: por ejemplo, alteraciones en las poblaciones bacterianas se han relacionado con enfermedades autoinmunes, como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Y eso era precisamente lo que estudiaba el grupo de Kenneth Cadwell, de la Universidad de Nueva York, cuando un cambio sin importancia alteró por completo su investigación.

“Nosotros usábamos un tipo de ratón con una mutación en un gen que provoca la enfermedad”, comenta Cadwell.  “Pero cuando los movimos a otro estabulario (con mayores condiciones de asepsia) descubrimos que ya no la desarrollaban, así que algo en el entorno tenía que ser lo que la estaba provocando”.

Ese algo era un virus, el llamado MNV.CR6 un Calicivirus que infectaba a los ratones en el primer estabulario, pero que no entraba en el segundo. Y lo curioso es que compartía muchas características con las bacterias que suelen poblar nuestros intestinos: en el ratón el virus no produce síntomas (como las bacterias), puede persistir en el intestino durante grandes periodos de tiempo (como las bacterias) y en animales susceptibles es capaz de iniciar la enfermedad (justo como las bacterias hacen). Si hacía tantas cosas parecidas, ¿podría también aportar algunos de sus beneficios?

Las bacterias son fundamentales para el desarrollo del intestino y de sus sistemas de defensa. Los ratones de laboratorio que existen sin ellas acumulan muchísimos problemas, y presentan intestinos profundamente desestructurados. Algo que ocurre también cuando a ratones normales se les trata con cócteles de antibióticos, y que se recuperan cuando se vuelven a administrar las bacterias perdidas. Si es así, una buena forma de probar el papel del virus era inoculándolo a esos dos tipos de ratones. Eso fue lo que hicieron: y los resultados fueron sorprendentes. Por sí solo, el virus era capaz de llevar a cabo una gran parte de los beneficios que la heterogénea población de bacterias conseguía también: en 10 días lograba restablecer en gran medida la forma original de las células, mejoraba la función glandular y aumentaba las defensas.

Explicación: espero verte ayudado

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