• Asignatura: Religión
  • Autor: estefaniquispe21
  • hace 7 años

Quien me ayuda en esto xfa 1. ¿Cuáles son las concepciones erróneas del pueblo judío que se tenían sobre el Mesías antes de la llegada de Jesús?

Respuestas

Respuesta dada por: coronellopezjhoselin
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Respuesta:

los judíos pensaban que el Mesías los iba a librar de todo mal de forma políticamente pero a medida que estudiaron las profecías se estuvieron dando cuenta que la llegada del Mesías era de un hombre que nacera en un establo y al final sera crucificado, todo lo contrario a lo que pensaban los judíos.

Explicación:

Al pasar los años y quedar incumplida la esperanza mesiánica, los judíos interpretaron los dichos y escritos de los profetas en una forma equivocada. Cuanto más se hundían en la apostasía, más perdían de vista el verdadero sentido de las profecías. Pero no es de sorprender que llegaran a ver solamente los aspectos políticos del Mesías, pues en las Escrituras había base para creer eso. Varios cientos de años antes del nacimiento de Cristo, Zacarías escribió acerca de la época en la que el Señor (el Mesías) lucharía contra los enemigos de Judá “como peleó en el día de la batalla” (Zacarías 14:3). Zacarías describió a Jerusalén liberado con gran poder de todo lo que se le oponía (véase Zacarías 14:1-15). Isaías habló del Mesías como poseedor del mando, el cual descansaría sobre su hombro (véase Isaías 9:6). Esa frase ciertamente sugería un gobierno político. Otros profetas anunciaron su venida en poder y gloria.

Al estudiar cuidadosamente las profecías, emerge, sin embargo, un doble concepto. Uno es el del “siervo sufriente”. El capítulo 53 de Isaías es un ejemplo sobresaliente de este tipo de profecía. Anuncia los sufrimientos del Mesías: Sería un “varón de dolores” (vers. 3), uno que estaría “como oveja delante de sus trasquiladores” (vers. 7), uno que tomaría sobre sí las transgresiones del hombre. El otro es el del Mesías como “Rey de Gloria”. Zacarías 14 e Isaías 9 contienen ejemplos de este tipo de profecía, las que describen la liberación, el poder político y la destrucción de los enemigos de Israel.

Los Santos de los Ultimos Días, con el beneficio de la revelación moderna y una perspectiva más amplia de la historia, fácilmente comprendemos este dualismo. Sabemos acerca de dos venidas del Mesíás. Cristo vino la primera vez como mortal. Nació en un establo, vivió en un pueblo de poca reputación, no desempeñó el papel político que sus coterráneos esperaban y abiertamente rechazó los intentos de algunos de proclamarlo rey. Esta venida es la anunciada en las profecías del primer tipo. Su segunda venida será el cumplimiento de las otras: El subyugará a todos los reinos y librará a Israel de los poderes de Babilonia.

La tragedia radica en que la nación judía, en su mayoría, perdió el entendimiento de las dos venidas. En su estado de obscuridad espiritual solamente buscaba un libertador político. Un erudito, Santo de los Ultimos Días, explicó la razón:

“Desde la época de la caída de Jerusalén, en el año 586 a. C, hasta la destrucción de Jerusalén por los romanos en el año 70 d. de J. C, con la excepción de una revuelta insegura y de poco resultado, la de los macabeos, el resto de Israel en Palestina constituyó un pueblo sujeto a las grandes potencias de la época. Primero fue víctima del cautiverio en Babilonia; luego fue gobernado por los persas, los griegos, los ptolomeos y los seléucidas. Y los esfuerzos de los celosos macabeos para establecer el control judío fueron desplazados por la sujeción al nuevo poder naciente, Roma.

“En el transcurso de los siglos y en la servidumbre aparentemente interminable bajo las potencias paganas, los judíos anhelaban su liberación. Parece que la visión mesiánica de los profetas, la cual incluía la primera venida del Mesías con su sacrificio personal redentor y su Segunda Venida para dar inicio a la era mesiánica (reinado milenario) en los últimos días, se fusionaron en la mente del pueblo, o al menos en los deseos del pueblo.

“Recordaban que los profetas habían prometido que uno ’semejante a Moisés’ y un ’hijo de David’ sería levantado como el Mesías para librarlos como Moisés y David los habían liberado; pero cuando el Señor vino al mundo, parecen haber olvidado los aspectos personales de la vida del Redentor y haber recordado solamente aquellas partes de las profecías que tenían que ver con los asuntos políticos, o con el establecimiento de un reino permanente.” (David H. Yarn, “The Messianic Expectation”, Ensign, abril de 1972, págs. 20-21.)

Así, cuando el Salvador rehusó tomar la espada contra Roma, las esperanzas de los judíos se despedazaron. Y su crucifixión fue considerada, no el cumplimiento de la profecía, sino la prueba suprema de que El no podía haber sido el libertador esperado.

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