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no, porque la oración compuesta tiene dos verbos o más que no comparten significado. aquí, el verbo es criar, mejor dicho su participio con el verbo auxiliar
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Reza el dicho popular que perros y gatos se llevan a rabiar. Sin embargo, esto es más un mito que una realidad, puesto que ambas especies pueden vivir en armonía y más si lo han hecho desde cachorros. "En el caso del perro y del gato, en el desarrollo de la conducta social hay un período de socialización especialmente importante, comprendido entre las 3 y las 12 semanas de edad para el perro y las 2 a las 9 semanas de edad para el gato. Esta etapa de socialización es el proceso mediante el cual tu mascota se acostumbra y aprende a reaccionar de manera adecuada frente a otras especies", indica Gema López Aguado, veterinaria de la clínica Kivet Sant Pere de Ribes en Barcelona, centro colaborador de Kiwoko.
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Sin embargo, no quiere decir que sea imposible la convivencia entre perros y gatos que no han sido previamente socializados, ya que la conducta social es extremadamente adaptable, aunque, probablemente, sí requerirá un proceso de adaptación más lento. El truco está en que se respete su periodo de adaptación, si no han convivido desde cachorros. "Ambas especies son compatibles y sociables por naturaleza", afirma la experta. Por tanto, si somos dueños de perro y nos apetece ampliar la familia con un amigo felino (o a la inversa) podemos hacerlo. Pero antes, es importante tener claro que no podemos forzar 'su amistad' y, si es posible, acostumbrarles a convivir desde muy pequeños.
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¿Cómo organizamos la conviencia?
Atendiendo y respetando las necesidades de cada especie y de cada individuo por separado. "El gato, por ejemplo, necesita controlar al máximo su entorno. Por ejemplo, para sentirse cómodo necesita saber dónde puede esconderse o huir en un determinado momento y alejarse del estrés. El perro, por el contrario necesita tener unas pautas y rutinas muy marcadas para encontrar el equilibrio", explica la veterinaria.
Por otro lado, es muy importante tener en cuenta que existen diferentes tipos de relaciones, desde animales que simplemente se van a tolerar y van a convivir sin demasiados roces, hasta una amistad profunda en la que el gato acicala a su compañero e incluso duermen y juegan juntos. Sin embargo, "debemos entender que el bienestar de cada animal radica en respetar la relación que ellos establezcan, que les permita vivir sin estar alerta, sin tensión, estrés o sentirse amenazados por el otro", señala. Por lo tanto, no forzaremos nunca un punto extra en esta relación si cualquiera de los animales siente incomodidad.
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