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Creo que el rasgo más distintivo de esta pandemia es que la conexión digital la convierte en una experiencia compartida en tiempo real. Tengo la impresión de que la epidemia de gripe española de hace un siglo afectó a muchas partes del mundo simultáneamente, pero que esta conciencia vino después del hecho. Lo concreto de este tipo de experiencia globalizada es también diferenciadora. Sabemos de amigos, vecinos y famosos que son víctimas del virus, y podemos sentir espasmos de empatía”, dijo a Infobae Richard A. Falk, profesor emérito de derecho internacional de la Universidad de Princeton.
La incógnita que se abre hacia adelante es si las secuelas de la crisis sanitaria, y de la crisis económica inducida para acotarla, van a llevar a una mayor cooperación internacional o, por el contrario, a un mundo más cerrado y menos cooperativo. Ambas son respuestas posibles para evitar que vuelva a producirse un brote como este en el futuro. Las consecuencias de seguir uno u otro camino serán dramáticamente diferentes.
“Mi corazonada es que habrá un gran esfuerzo para crear sistemas locales de salud pública más fuertes, pero, al mismo tiempo, un monitoreo mundial más robusto de los brotes, con intercambio de información y un sistema de gobernanza de la salud mundial. Sin embargo, estas predicciones pueden resultar totalmente erróneas si los gobiernos no logran restablecer la economía globalizada, y la probabilidad de que fracasen aumenta cuanto más tiempo estemos sin una vacuna o sin una forma fiable de llevar el curso de la enfermedad”, sostuvo Craig N. Murphy, profesor de ciencia política especializado en estudios sobre la globalización del Wellesley College, en diálogo con Infobae.