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Aplicación de métodos deductivos: autores y estudios
Ausubel (1963) y Carroll (1964) mantienen la hipótesis de que los adultos, al estar
provistos de un sistema cognitivo mediante el cual son capaces de entender conceptos
abstractos, deben ser instruidos bajo una metodología deductiva. Por tanto, los profesores
de lenguas extranjeras deben exprimir al máximo esta capacidad e instruir a sus alumnos
sobre las reglas de una L2 explícitamente y de forma deductiva. Un proceso inductivo, de
acuerdo con Ausubel y Carroll, es demasiado dificultoso para aquellos alumnos que
procesen la información más lentamente, mientras que, por el contrario, sólo aquéllos
más brillantes serían capaces de descubrir las reglas y patrones que articulan una L2
(Ausubel, 1963 y Carroll, 1964, en Shaffer, 1989).
En las décadas de los 70 y 80 autores como Politzer (1972), Seliger (1975), Smith
(1980) y Scott (1989) mantienen posiciones a favor de una metodología deductiva. El
primero de ellos sostiene que un profesor debe seguir dos pasos fundamentales a la hora
de enseñar una lengua: “a) enseñar la regla y b) hacer ejercicios cuya finalidad sea
mostrar al alumno que él ha entendido la regla” (Politzer, 1972 en Hammerly, 1975: 17).
Aplicación de métodos inductivos: autores y estudios
MacNamara (1973) pone en tela de juicio la eficacia de un método completamente
deductivo en tanto en cuanto el estudiante debe aprender lo antes posible cómo funciona
una lengua sin recurrir a explicaciones explícitas de las reglas de la lengua meta
(MacNamara, 1973 en Fischer, 1979).
Hammerly (1975) defiende la idea de que la finalidad de realizar ejercicios sobre
gramática no es la de que el alumno sepa cómo funciona tal regla, sino de que sea capaz
de aplicar dicha regla de forma que pueda interiorizarla en su mente para después
aplicarla en procesos discursivos que puedan tener lugar en una situación real
(Hammerly, 1975). Tras comprobar las ideas expuestas por Hammerly, cabe afirmar que
este autor está a favor de los procesos en los que el aprendizaje tiene lugar de forma
inductiva, pues, como él mismo explica desde su propia experiencia con el español y el
francés, “el 80% de los puntos gramaticales de una lengua pueden ser aprendidos sin
ningún tipo de explicación directa. Por el contrario, el 20% restante precisa ser enseñado
de forma deductiva por su complejidad ya que rara vez se puede aprender sin
explicaciones” (Hammerly, 1975: 18).