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Respuesta:Con esa claridad que le caracteriza en sus escritos…, San Pablo en su epístola a los Romanos, después de asegurarnos que hemos sido redimidos por Cristo y que ya no existe posibilidad de condenación para los que viven unidos a Él, nos justifica esto porque la Ley del Espíritu, estaba reducida a la impotencia por la carne y Dios envió a su propio Hijo, en una carne semejante a la del pecado, para que la justicia de la Ley del Espíritu se cumpliera en nosotros y así nos dice: “5 En efecto, los que viven según la carne desean lo que es carnal; en cambio, los que viven según el espíritu, desean lo que es espiritual.Desde nuestro nacimiento hemos estado y seguimos estando sometidos, a una lucha que se genera en nuestro interior entre los deseos y apetencias materiales de nuestra carne, es decir, de la parte material y corruptible de nuestro ser y la pare espiritual y eterna de este, que es nuestra alma. Dios nos ha creado seres libres y para ello nos ha donado el libre albedrío, que nos permite una capacidad de elección entre las apetencias de nuestra a carne y las de nuestro espíritu, es decir de nuestra alma.