Respuestas
Respuesta:
—Me pareció que observaba usted en ella muchas cosas que eran completamente invisibles para mí —le hice notar.—Invisibles, no, Watson, sino inobservadas. Usted no supo dónde mirar, y por eso se le pasó por alto lo importante. No consigo convencerle de la importancia de las mangas, de lo sugerentes que son las uñas de los pulgares, de los problemas que se solucionan por un cordón de los zapatos. Vamos a ver: ¿qué dedujo usted del aspecto exterior de esa mujer? Descríbamelo.
“Un caso de indentidad” en Las aventuras de Sherlock Holmes
Si conocéis el método de Sherlock Holmes, sabréis que un buen detective siempre debe fijarse en los pequeños detalles, aquellos aparentemente insignificantes y que pasan desapercibidos para la mayor parte de gente. Y es que como el propio Holmes le explicaba a Watson mirar no es lo mismo que observar. Y un buen detective tiene que ser, ante todo, un buen observador. Y eso es lo que demanda la lectura de Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar el muerto), un lector atento que sepa ver los indicios que se esconden en cada una de las páginas del libro.
Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar al muerto) es un relato breve de Roberto Walsh que, a pesar de la economía textual, condensa en sus escasas 700 palabras, muchas de las convenciones del género policiaco clásico: un detective sagaz (en este caso Daniel Hernández) que debe resolver un crimen, utilizando el procedimiento deductivo, basado en la observación e interpretación de indicios; una trama que se teje a través de indicios, inferencias y elementos que quedan sin resolver, pero que van entrelazándose gracias al procedimiento deductivo seguido por el detective; una forma de narrar que hace partícipe al lector, haciendo que se implique como un investigados más; un ambiente urbano y un tanto lóbrego; y una historia que parte del final para conseguir llegar al principio, reorganizando los hechos de modo que el resultado de la investigación (y de la historia) explique quién es el culpable del crimen y cómo lo hizo.
Después de una breve descripción de los tres sospechosos y del muerto,
El primer portugués era alto y flaco.
El segundo portugués era bajo y gordo.
El tercer portugués era mediano.
El cuarto portugués estaba muerto.
la historia relata, de forma “desapasionada y objetiva” (tal y como le gustaría a Holmes) el interrogatorio del comisario Jiménez y de Daniel Hernández a los tres sospechosos. No hay descripciones psicológicas, no hay conversaciones que se aparten de lo que estrictamente tiene que ver con los hechos, no hay descripción del contexto... El resultado es una sucesión de preguntas concisas, breves respuestas y ciertas observaciones relacionadas con los sombreros y el paraguas, que se bastan para elaborar la tensión narrativa e implicar rápidamente al lector en el acto de desentrañar un enrevesado misterio.
Pistas, indicios, mentiras y medias verdades que Inés Calveiro ha sabido introducir en unas ilustraciones muy gráficas en las que parece primar la misma máxima que en el texto: menos a veces es más. En una gama de grises, con algunos puntos de color rojo (el paraguas) y amarillo, Calveiro compone collages en los que el papel de diario nos remite a Dupin y Holmes y a sus lecturas de casos sin resolver en las páginas de los periódicos y nos introduce en el ambiente netamente urbano del relato. Sus imágenes funcionan, a veces, como enigmas que descifrar, que al leerlas junto al texto dan información relevante al lector.
La composición de la doble página varía en función del texto y la joven ilustradora ha sabido elegir los momentos y elementos clave, redondeando el relato de Walsh con la estética y el minimalismo de las imágenes. El tipo de letra, lejos de estar elegido al azar, nos remite de nuevo a esa objetividad y desapasionamiento del oficio de detective. De la familia Typewriter emula las letras de las antiguas máquinas de escribir, con las que comisarios y policías transcribían aburridos interrogatorios y tecleaban largos y arduos informes (la parte, seguramente, más aburrida del oficio).
El final sigue también una vieja máxima de Holmes “-Cuando se ha excluído lo imposible, lo que queda, aunque improbable, tiene que ser la verdad”. Y es que, como diría Peirce la mejor hipótesis es la más simple y natural, la más fácil y sencilla de probar, y, a pesar de esto, es la que contribuirá a la comprensión del más amplio grupo posible de hechos.
Tres portugueses bajo un paraguas (sin contar el muerto) es pues un excelente ejemplo de cómo una buena interpretación visual de un texto previo puede convertirse en un álbum redondo, en el que, como ya sabemos, todos los elementos cuentan. Con razón obtuvo una mención en la feria de Bolonia 2016, New Horizons.
es ines calveiro
Explicación:
no se lo siento disculpa es que necesito puntos para hacer una pregunta perdon