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Respuesta:(Buenos Aires. Noviembre 2005) El trabajo infantil en Argentina como “acontecimiento” nos golpea hoy fuertemente en tanto atenta contra los valores sociales prescritos para la infancia en las nuevas declaraciones internacionales sobre los derechos de niños y adolescentes. Sin embargo más allá de su actualidad el trabajo infantil es un proceso complejo de larga duración (Braudel 1986) que se ha gestado con la historia de nuestra nación. Estructuras normativas de tipo sociocultural, político y económico posibilitaron su aparición y persistencia a lo largo del tiempo. En este artículo esbozaremos datos sobre esas estructuras sociales.[2]
Una revisión histórica de la intervención social del Estado a través de las normas socio-jurídicas y de las políticas de atención a la infancia, así como el estudio de la perspectiva y situación de los niños trabajadores y sus familias permite conjeturar sobre las fisuras que se producen entre los discursos oficiales sobre la urgente necesidad de erradicación del trabajo infantil y las prácticas sociales. En efecto las acciones oficiales destinadas a la erradicación del trabajo infantil han evidenciado debilidades en cuanto a su efectividad en la solución de una problemática compleja.
Abordaremos seguidamente las acciones y disposiciones productoras de fisuras entre discursos y prácticas atinentes a la dimensión legislativa, la estadístico-demográfica y la actitudinal. Las debilidades en la legislación, aluden al texto de la ley y a su aplicación y control. Desde la dimensión sociodemográfica podemos señalar la falta de información precisa sobre aspectos cuantitativos y cualitativos del trabajo infantil dato importante a la hora de implementar políticas, finalmente en la dimensión de la subjetividad podemos mencionar la propia actitud de los trabajadores su familia y la articulación con las características del mercado de trabajo.
Un problema, muchas variantes
En nuestro país la legislación protectoria del trabajo de mujeres y menores se gestó a comienzos del siglo XX y se desarrolló a lo largo de todo el siglo. La edad mínima de admisión al empleo de los niños se elevó progresivamente desde los 9 años hasta los 14 años que rige en la actualidad y Argentina ha ratificado los convenios internacionales ( OIT 138 y 182).
No obstante por la naturaleza misma del trabajo infantil, su desarrollo en los márgenes del mercado de trabajo regulado, éste ha resultado excluido del sistema de control y protección legal. A esta circunstancia se sumó la ineficiente inspección del trabajo.
Hoy podemos decir, a más de un siglo del comienzo de la legislación, que el trabajo infantil ha aumentado en su desprotección e ilegalidad. El trabajo infantil urbano se desarrolló al calor de los cambios operados en el mercado de trabajo. Así pasó de ser un trabajo desempeñado por los hijos de los migrantes de ultramar en pequeños talleres y fábricas a principios de siglo XX, hasta llegar a su forma actual, el trabajo callejero y en el sector de los servicios y vinculado al proceso de desindustrialización y crecimiento del sector informal urbano de subsistencia iniciado en nuestro país en la década de l980.
En las zonas rurales el trabajo infantil es un fenómeno de mayor alcance cuantitativo; que en las zonas urbanas, aún a pesar del subregistro que se da en éstas últimas. La legislación del trabajo tanto para las áreas urbanas como rurales es tolerante hacia el trabajo infantil [3]cuando éste se realiza en el ámbito familiar y aquí reside entonces para nosotros una de las fisuras del discurso de la erradicación.
Explicación: