Respuestas
Respuesta:
El estigma sobre la ausencia de empatía en las personas con síndrome de Asperger sigue instalado en nuestra sociedad. Sin embargo, desde la neurociencia nos lo dicen bien claro: los niños, adolescentes y adultos con asperger sí sienten el dolor ajeno, lo ven, lo aprecian y se preocupan. Sin embargo, no saben cómo reaccionar, qué respuestas o conductas emitir ante esas situaciones.
Es muy posible que tanto el cine como las series de televisión hayan contribuido a crear un tipo de imagen sobre los trastornos del espectro autista que se ajusta, por lo general, muy poco a la realidad. Para empezar, el dato más importante a considerar es que, tal y como indica la propia palabra, estamos ante una condición que entra dentro de un espectro.
Habrá personas con conductas mucho más rígidas, personas con grandes dificultades incluso en materia de habla y comunicación. Otros, en cambio, mostrarán un alto funcionamiento y con buenas habilidades en memoria y un gran potencial en ciertas áreas de conocimiento, como las ciencias o las matemáticas.
Explicación:
Christopher Gillberg, profesor de la Universidad de Gothenburg (Suecia), es conocido por desarrollar los criterios más comunes a la hora de realizar el diagnóstico del síndrome de Asperger. Bien, este médico suele definir dicho trastorno del desarrollo como la “la enfermedad de la empatía”.
Remarcar solo esta idea es alimentar el estigma del colectivo. En realidad, lo que es necesario clarificar es que la empatía en las personas con síndrome de Asperger funciona de manera diferente.
La empatía se presenta de dos modos. La primera es la cognitiva. Gracias a ella tenemos la capacidad de ver el mundo desde la perspectiva de otro. Entendemos qué le ocurre porque podemos situarnos «en la mente» de quien tenemos enfrente.
Ahora bien, por otro lado está la empatía emocional. En este caso, nos limitamos a sentir lo que el otro siente. Experimentamos un contagio emocional, vemos, sentimos y conectamos pero no llegamos a entender. Y si lo hacemos es gracias a la coalición con el otro tipo de empatía, la cognitiva.
Esto mismo es lo que experimenta una persona con Asperger. Puede identificar el sufrimiento y la alegría del otro, contagiarse de ella, pero no sabe cómo reaccionar, qué hacer o cómo actuar. Su empatía cognitiva no siempre está presente.