Respuestas
La función biológica de estas moléculas está íntimamente ligada a su estructura. Por ejemplo, la estructura en doble hélice del ADN es en si mismo un mecanismo de protección de la información genética, ya que la información está contenida por duplicado, y asimismo es la base de su mecanismo de replicación.
Las macromoléculas naturales deben plegarse, es decir, deben tomar una determinada conformación tridimensional relativamente estable para desempeñar su función biológica. A esta conformación, sostenida por una red de interacciones no covalentes, se le llama nativa (ver sección 1.2.3). Por el contrario, las moléculas se despliegan al perderse estas interacciones. Cuando una macromolécula pierde su estructura tridimensional nativa, normalmente pierde también su función. O al menos antes lo creíamos así. Ahora conocemos cada vez más proteínas intrínsecamente desordenadas no plegadas, que participan en complejos proteicos o que sólo se pliegan al unirse a sus ligandos y reducir su entropía (Flock et al., 2014; Riback et al., 2017), que desempeñan funciones celulares importantes (Wright & Dyson, 1999). Recientemente hay mucho interés en estudiar estos fenómenos por su relación con la complejidad de los organismos (Yruela et al., 2017) y con proteínas de importancia en medicina como los priones (Sabate et al., 2015).