Respuestas
Respuesta:
Durante la lectura, interpreta qué representa el carnaval para la protagonista de la
historia.
No, no del último carnaval. Pero este, no sé por qué, me transportó a mi infancia y a los miércoles
de ceniza en las calles muertas donde revoloteaban despojos de serpentinas y confeti. Una que
otra beata, con la cabeza cubierta por un velo, iba a la iglesia, atravesando la calle tan
extremadamente vacía que sigue al carnaval. Hasta que llegase el próximo año. Y cuando se
acercaba la fiesta, ¿cómo explicar la agitación íntima que me invadía? Como si al fin el mundo, de
retoño que era, se abriese en gran rosa escarlata. Como si las calles y las plazas de Recife
explicasen al fin para qué las habían construido. Como si voces humanas cantasen finalmente la
capacidad de placer que se mantenía secreta en mí. El carnaval era mío, mío.
En la realidad, sin embargo, yo poco participaba. Nunca había ido a un baile infantil, nunca
me habían disfrazado. En compensación me dejaban quedar hasta las once de la noche en la
puerta, al pie de la escalera del departamento de dos pisos, donde vivíamos, mirando ávidamente
cómo se divertían los demás. Dos cosas preciosas conseguía yo entonces, y las economizaba
con avaricia para que me durasen los tres días: un atomizador de perfume y una bolsa de confeti.
Ah, se está poniendo difícil escribir. Porque siento cómo se me va a ensombrecer el corazón
al constatar que, aun incorporándome tan poco a la alegría, tan
sedienta estaba yo que en un abrir y cerrar de ojos me
transformaba en una niña feliz.
Explicación: