inventa una narración (cuento, fábula, leyenda, etc.) en la que describas cómo sería la vida de un caballero templario.
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Por su parte, Javier Sierra, autor de la novela sobre templarios El ángel perdido, considera que determinadas leyendas podrían estar justificadas, ya que ciertos aspectos sobre la Orden, como la financiación o su enorme influencia política, nunca han sido explicados. En sus años de esplendor se convirtieron en la locomotora financiera del Viejo Continente y era la única orden que rendía cuentas al Papa. Ello se debe en parte a que desarrollaron un sistema de préstamos que competía con la usura tradicional con intereses más bajos.
Sobre la inconsistencia de las investigaciones relacionadas con esta organización ya reflexionaba el escritor Javier G. Atienza, recientemente fallecido. Es el autor que ha perseguido los vestigios históricos de los templarios en España con mayor dedicación y en una de sus obras capitales sobre este tema, La meta de los templarios, se pregunta: "Si seguimos hablando de olvidos -o de ese hecho tan parecido al olvido que es el pasar por alto-, observamos, por ejemplo, que los historiadores no se plantean los motivos profundos que pudo tener Alfonso I el Batallador para legar en herencia sus reinos a las órdenes militares del Temple y del Hospital".
De lo que nadie puede dudar es del éxito de gran parte de las sagas literarias relacionadas con estos caballeros. Pedro Pablo G. May razona que se debe a diversos motivos. "Las aventuras interesan a todo el mundo, sobre todo si tienen el componente dramático y romántico que se asocia a los templarios, que fueron traicionados por el mundo. Por último, todas incluyen altas dosis de misterio. Estos factores movilizan bastante al lector", indica.
La Orden del Temple de Jerusalén nació en 1119 por iniciativa del francés Hugo de Payens. El reconocimiento oficial por la Iglesia tuvo lugar en el Concilio de Troyes en 1128, pero fue la propia iglesia la que causó su desaparición al retirarse su apoyo dos siglos después, debido en parte a las presiones ejercidas por el rey Felipe IV. Durante ese tiempo, construyeron fortalezas en todos los territorios por los que pasaron, desde Coimbra hasta la isla griega de Rodas.
En España, Jerez de los Caballeros es uno de ellos y en conmemoración a ese periodo se celebra un festival a mediados del mes de julio. La ciudad extremeña vivió su época dorada en la era de los templarios, conocida entonces como Xere Equitum. Junto a esta localidad, en Portugal la ciudad de Tomar es otro de los prototipos de lugares emblemáticos. El castillo de los Templarios en torno al cual se construyó la ciudad es su edifico más importante, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
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