Tema es el sistema imperial en el mundo:? Si Europa tenía razones o pretextos. Para actuar como lo hicieron?
Respuestas
Respuesta:.¿El motivo? Todavía es común encontrar la explicación de que se debió al asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero al trono del imperio, a mano de un terrorista serbio en Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina, ocurrido un mes antes. Este tipo de relatos buscan que la historia sea incomprensible para las grandes masas, remplazando las causas profundas de los grandes hechos históricos por un simple juego de “grandes personalidades”.
La verdad es que para ese entonces ya hacía por lo menos 25 años que las grandes potencias europeas se habían estado armando hasta los dientes, compitiendo entre sí. En un caso para patear el tablero del statu quo mundial e imponerse como poder hegemónico y así conquistar colonias y áreas de influencia, como pasaba con el Imperio Alemán, que utilizaba a su aliado Austria-Hungría, un imperio en decadencia y subordinado a Berlín. Pero esto solo podía lograrse a expensas del imperio en ese momento dominante, Gran Bretaña, que también tenía sus propios aliados subordinados, como Francia. El área geográfica de disputa inmediata entre todas las potencias era los Balcanes, el territorio que había estado dominado hasta poco tiempo antes por el Imperio Turco, que se fue hundiendo y desmembrando, y el sector de Europa Oriental que estaba bajo la bota del Imperio Ruso, también en acelerada decadencia luego de la revolución de 1905.
Las causas profundas
El asesinato del archiduque no fue más que una excusa. Alemania y Austria-Hungría simplemente eligieron el momento más conveniente, en el que estaban en su mejor capacidad militar como para afrontar una guerra europea que para ellas se volvía una necesidad, y le impusieron a Serbia (en el centro de la zona en disputa, recientemente liberada de Turquía, ligada a Rusia y por su intermedio a Gran Bretaña y Francia) un ultimátum imposible de cumplir para desatar sí o sí el conflicto. Estas potencias, apoyándose en su gran desarrollo tecnológico-militar, pero con la desventaja de su situación geográfica enfrentando enemigos en dos frentes distintos, necesitaban una victoria rápida y fulminante. Pero, por el contrario, por tratarse de una guerra entre grandes potencias con intereses, colonias y aliados a lo largo del planeta, se terminó transformando en mundial. A pesar de que las dos grandes alianzas de potencias intentaron justificar la participación en el conflicto como una supuesta “guerra de liberación” contra la potencia enemiga a la que se presentaba como “despótica”, hay que decir que claramente no se trató de un conflicto por ningún tipo de ideales de “libertad” ni “progreso”, sino una guerra entre potencias imperialistas que se disputaban el dominio mundial y repartirse colonias y áreas de influencia.
Nuevo tipo de guerra
Este conflicto también marcó un antes y un después en la propia historia de la guerra en general. En la memoria de las masas y de la opinión pública de entonces, todavía predominaba el modelo de las “guerras clásicas”. Es decir, conflictos entre Estados que se libraban entre ejércitos de militares profesionales, en teatros de guerra delimitados y sometidos a ciertos límites o regulaciones.
Sin embargo, entre 1870 y 1914 se desarrolla una creciente carrera armamentística y un avance inédito de la tecnología militar. Paralelamente a este desarrollo masivo de la capacidad destructiva, en la mayoría de los ejércitos europeos se implanta la conscripción obligatoria, incorporando al servicio, junto a militares de profesión, a grandes sectores de trabajadores y campesinos de la población civil. Durante esos años se producen mayoritariamente guerras de conquista por fuera de Europa, entre potencias imperiales y los pueblos coloniales en Asia y África, donde las primeras llevan a cabo una “guerra total” que no le reconoce estatus alguno de “enemigo legítimo” a los segundos, atacando masivamente a las poblaciones civiles y produciendo brutales genocidios, implantando el terror. Todos estos elementos, especialmente este último, se volcarían ahora, ya no a una guerra contra pueblos considerados “atrasados” o “inferiores”, sino dentro del seno mismo de lo que se consideraba “la civilización occidental”: la propia Europa.
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