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Respuesta:
Carlos Augusto Gosselman fue uno de los primeros extranjeros en viajar a la recién creada República de Colombia, por allá en 1825 y 1826. Al regresar a Europa, el viajero contó en sus memorias que la gente humilde del país, con toda confianza, les pedía candela a los ricos para encender su tabaco. Los oficiales del ejército y los hacendados encendían los cigarrillos de soldados y peones; parecía que el tabaco los igualaba a todos, especialmente porque en Colombia fumaban tanto los ricos como los pobres. Gosselman, sin embargo, anotó que estos actos de confianza cotidiana eran una “verdadera costumbre republicana”. Es decir, esas escenas encarnaban el carácter político del nuevo país, una sociedad en la que la igualdad ante la ley se entendía como algo positivo. Estas observaciones de un viajero interesado en la vida cotidiana nos recuerdan que la independencia de España fue parte de un proceso de cambio no solo político, sino también cultural. Es decir, las formas de comportamiento de la gente también variaron en aquellos años. Pronto hubo quien comenzara a comportarse asertivamente de forma diferente, rechazando los hábitos cotidianos de la época española. Muchos de esos viejos comportamientos tenían el objetivo de hacer visible la desigualdad y jerarquía que caracterizaban el antiguo sistema social: los esclavos, por ejemplo, debían ir descalzos y agachar la cabeza al saludar a los amos; los blancos, a su vez, tenían el privilegio de ocupar siempre los mejores puestos en las iglesias, reuniones y procesiones. Cuando la gente comenzó a hablar de igualdad ante a la ley, se hizo más fácil criticar y hasta comenzar a cambiar estas costumbres por comportamientos menos jerárquicos. Pero estos cambios, hay que recordarlo, habían comenzado a gestarse antes de las guerras de independencia, particularmente durante los treinta o cuarenta años anteriores a 1810. Es imposible pintar el cuadro general de este proceso de transformación cultural, que sigue siendo muy difícil de entender. Pero sabemos que ya algunos españoles y criollos se habían interesado en promover actitudes más igualitarias y comportamientos menos odiosos. En Mompox, una villa bulliciosa de mucho comercio y discusión política, podemos encontrar ejemplos significativos.
Explicación:
En Mompox se creó la primera sociedad económica moderna; los miembros determinaron que en sus reuniones, los asistentes podían sentarse en orden de llegada, sin prestarles atención a las jerarquías. Uno de los socios ofreció premios para los que mejor cultivaran el algodón, pero aclaró que los ganadores deberían ser los labriegos humildes, es decir la gente que trabajaba directamente la tierra, y no los mayordomos o terratenientes. Un cura innovador también llegó a Mompox para enseñar el evangelio en castellano, y no en latín, con palabras sencillas que todos pudieran entender y sin separar a hombres y mujeres. Un abogado, finalmente, declaró que las viles palabras siervo, servidumbre, esclavo y esclavitud deberían desparecer de los códigos y de las leyes, argumentando que nadie podía ser esclavo excepto por la insensibilidad de los libres.
El viajero Gosselman tenía razón: la igualdad que ya se practicaba en el día a día hacia 1825 encarnaba la igualdad ante la ley promovida por el nuevo gobierno republicano. Pero este nuevo gobierno, a su vez, reflejaba y les daba validez a nuevas sensibilidades y nuevas maneras de relacionarse que ya habían comenzado a tomar forma antes de que los “libertadores” inventaran un país llamado Colombia.