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ENTENDER LA MUERTE
Lo que he encontrado más interesante en este libro es la forma de hablar sobre la muerte. El eje de la historia es un cadáver que va a ser enterrado y la percepción del niño, sobre ese cuerpo, sí que consigue ser infantil. Para mí, es el fragmento más verosímil de este narrador:
“Siempre creí que los muertos debían tener sombrero. Ahora veo que no. Veo que tienen la boca un poco abierta y que se ven, detrás de los labios morados, los dientes manchados e irregulares. Veo que tienen la lengua mordida a un lado, gruesa y pastosa, un poco más oscura que el color de la cara, que es como el de los dedos cuando se les aprieta con un cáñamo. Veo que tienen los ojos abiertos, mucho más que los de un hombre; ansiosos y desorbitados. Creí que un muerto parecía una persona quieta y dormida y ahora veo que es todo lo contrario. Veo que parece una persona despierta y rabiosa después de una pelea.”
Pero más allá del cadáver protagonista, hay otras referencias a la muerte que son muy reveladoras. Una de las imágenes más potentes del libro es la de Isabel probándose el traje de novia la noche antes de casarse con un hombre con el que no ha cruzado ni una palabra, y que la abandonará poco después:
“Me veía pálida y limpia frente al espejo, envuelta en la nube de polvorienta espumilla que me recordaba al fantasma de mi madre. Y me desconocía a mí misma; me sentía desdoblada en el recuerdo de mi madre muerta. Meme me había hablado de ella en esta esquina, pocos días antes. Me dijo que después de mi nacimiento mi madre fue vestida con sus prendas nupciales y colocada en el ataúd. Y ahora, viéndome en el espejo, yo veía los huesos de mi madre cubiertos por el verdín sepulcral, entre un montón de espuma rota y un apelmazamiento de polvo amarillo. Yo estaba fuera del espejo. Adentro estaba mi madre, viva otra vez, mirándome, extendiendo los brazos desde su espacio helado, tratando de tocar la muerte que prendía los primeros alfileres de mi corona de novia.”
La muerte está presente incluso sin que haya muertos. Sirve como metáfora para los vivos que ya no parecen vivos. En este fragmento, el coronel narra cómo encuentra al doctor al entrar en su casa junto al párroco, al conocerse la desaparición de su pareja:
“Al entrar por la trasera, sorprendimos los escombros de un hombre abandonados en la hamaca (…) Viéndolo en la habitación, yo pensaba: Ahora no parece un hombre. Ahora parece un cadáver al que todavía no se le han muerto los ojos.”
eso lo investigue pero bueno