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Espero que te sirva....
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“Este umbral pulido por tantos pasos muertos”
La poesía de Aurelio Arturo es un episodio en el cual el sonido no es más que un murmullo que parece cercano, propio. Es el momento en que -el instante- contiene el tiempo en una línea, en una palabra o una metáfora. La poesía de Arturo responde a un silencio mucho más profundo, a una verdad que solo es perceptible desde el enigma, desde la incerteza de acercarse a esa sombra donde el peso del significado de las cosas está dicho con el silencio, con la ausencia de todo sonido innecesario. Esto no solo se percibe en los poemas que componen Morada al Sur sino, en la obra poética de Aurelio Arturo en su totalidad.
“En las noches mestizas que subían de la hierba,
jóvenes caballos, sombras curvas, brillantes,
estremecían la tierra con su casco de bronce.
Negras estrellas sonreían en la sombra con dientes de oro”.
La obra de Aurelio Arturo la compone treinta y dos poemas de los cuales catorce pertenecen al libro Morada al Sur, donde el primer poema: que da nombre al libro, devela la Colombia de provincia, ajena a los cambios que ocurrían en el centro del país, ajena a las coyunturas políticas y sociales. Morada al Sur es un retorno al ser, al hombre, al otro y al entorno. A aquella orilla próxima donde el poema, por muy manido que esté siempre es un manantial del cual se puede beber de nuevo, agua deferente.
“El agua límpida, de vastos cielos, doméstica se arrulla.
Pero ya en la represa, salta la bella fuerza,
con majestad de vacada que rebasa los pastales.
Y un ala verde, tímida, levanta toda la llanura”
Los Nuevos fue un grupo literario conformado por; León de Greiff, Luis Tejada, Luis Vidales, Jorge Zalamea y Aurelio Arturo. Era de hechura tímida cuando arribó a Bogotá, esta hechura se hizo visible durante su vida personal y literaria. Morada al Sur ve la luz en el año de 1945 en la Revista Universidad Nacional de Colombia, una época en que la humanidad conoce las consecuencias de la segunda guerra mundial y del poder de exterminio humano representado en la ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Un sopor de pesimismo y desgano invadió a las personas y por defecto al arte y la literatura: “Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie“. Theodor Adorno, pero Morada al Sur surge como una hendidura por donde asoma el retorno de un fuego necesario. Un eco de todos los ecos. Una esperanza perceptible sólo a través del tiempo.
“Un largo, un oscuro salón rumoroso
cuyos confines parecían perderse en otra edad balsámica”
También, Morada al Sur representa un camino y cambio. Una especie de talismán que guiará la poesía colombiana del recalcitrante “Piedracielismo” a un ritmo mas puro, mas personal. Para muchos Arturo concibió una obra sin par en la literatura de Colombia, asegurando la crítica, que es la más importante del siglo XX. Tal vez porque en tiempos de angustia en un país en escombros, alguien invita a caminar de nuevo – como los pueblo originarios- al Sur.
“Mirarás un país turbio entre mis ojos,
mirarás mis pobres manos rudas,
mirarás la sangre oscura de mis labios:
todo es en mí una desnudez tuya”
El Sur de Aurelio Arturo no es un imaginario, es un Sur material donde el ruido de las hojas, selvas, animales, manantiales solo es audible y posible en la medida en que el silencio devela el eco de las cosas. El oro y el metal, la flora y fauna es posible descubrirlas comprendiendo el silencio detrás de las palabras. Redefiniendo el concepto de material no como algo meramente ligado a la percepción y límite de los sentidos sino que la materia también construye muros, vigas y puertas con el sonido de la palabra.
“Habían pasado los nublados días,
y el sol se puso a laborar el trigo.
Y el bosque era sonoro. Y en la atmósfera
palpitaba la luz como abeja de ritmo”
Después de Morada al Sur la patria tiene un lugar donde el significado es de una concepción más profunda, no limitada por lo físico. El sonido del arroyo no se limita a la fricción del cauce y la velocidad del agua sino que se escucha de manera pura en la propia palabra. Decir arroyo, hoja, montaña, caballo en la poesía de Aurelio Arturo. Es nombrar con fuerza, la vida misma de las cosas entre la brevedad y el silencio.