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Vivimos en una época crítica, tanto para la humanidad como para el conjunto del planeta. La necesidad de cuidar el medio ambiente, y buscar fórmulas más sostenibles para interaccionar con el entorno, se puso de manifiesto en la conferencia COP21 sobre cambio climático. La reunión celebrada en diciembre de 2015 en París constató la importancia de luchar contra el calentamiento global, un esfuerzo en el que la tecnología y la denominada economía circular jugarán un papel clave.
Glaciar_Balmaceda,_PatagoniaGlaciar de Balmaceda, en Chile, en retroceso por el aumento de la temperatura terrestre.. Fuente: Wikimedia
Además de mejorar la eficiencia de los procesos de producción lineales, la economía circular debería servirnos para reutilizar aquellos elementos que se han considerado tradicionalmente desechos. Esta estrategia de desarrollo sostenible pretende producir bienes y servicios al mismo tiempo que se reduce el consumo y el desperdicio de materias primas, agua o energía. Una de sus vertientes es la bioeconomía, en la que se emplean organismos vivos o partes de los mismos para ayudar al medio ambiente, y que puede contribuir a nuestro crecimiento. Según cálculos de la Unión Europea, cada euro invertido en I+D+i en bioeconomía financiada a nivel comunitario generará diez euros de valor añadido en 2025. Datos que avalan el apoyo a estrategias científicas y técnicas que no solo mejorarán las cifras de empleo, sino que también pueden ayudarnos a salvar el medio ambiente.
AGRICULTURA, BIOCOMBUSTIBLES Y ENERGÍA
La tecnología aplicada en agricultura es el primer gran ejemplo. El desarrollo de cultivos mejorados, impulsados en las últimas décadas con suficiente evidencia científica como para respaldar su utilidad y seguridad, muestra cómo la biotecnología puede proporcionar cosechas resistentes al cambio climático. Junto con iniciativas como la del arroz dorado enriquecido en vitamina A, los científicos han logrado obtener otras variedades de arroz resistente a las inundaciones. No es la única alternativa que nos puede permitir adaptarnos a las cambiantes condiciones del clima que provocará el calentamiento global. Recientemente, la Unión Europea también señaló que apoyaría una investigación para desarrollar cereales tolerantes a la sequía, que será dirigida por el equipo de la Dra. Ana Caño Delgado, del CRAG-CSIC de Barcelona. Las inundaciones, la sequía y otros riesgos como los incendios forestales son algunos de los problemas que agravarán el cambio climático, especialmente en las regiones más pobres.
El futuro no solo vendrá marcado por nuestra capacidad para evolucionar y adaptarnos al cambio. Y es que, entre las tecnologías para salvar el medio ambiente, cobran un especial protagonismo los coches eléctricos y los biocombustibles. Los también denominados “coches verdes” no se restringen únicamente a los de tipo eléctrico, sino que abarcan los automóviles que consumen menos para recorrer la misma distancia, o los vehículos híbridos, entre otros. Avanzar hacia una nueva cultura en esta industria resulta imprescindible, ya que, por ejemplo, solo en Estados Unidos, los viajes realizados en coches, autobuses, motocicletas y camiones cubren una distancia anual equivalente a ir y volver del Sol 13.440 veces, según la agencia de protección del medio ambiente del país norteamericano.
cana azucarLos desechos de cultivos de caña de azúcar se emplean para generar biocombustibles. Fuente: Wikimedia
Y mientras se siguen buscando alternativas a los vehículos convencionales, con el fin de reducir el consumo de petróleo y de combustibles fósiles, las energías renovables aparecen en el horizonte como un pilar clave de nuestro desarrollo. Dentro de ellas también están los biocombustibles, una alternativa a los combustibles tradicionales que se genera a partir de la biomasa de organismos vivos o de sus desechos metabólicos. Las investigaciones trabajan en la actualidad para aprovechar precisamente los desechos de cultivos como la caña de azúcar o el maíz, con el objetivo de potenciar la economía circular.
BIOTECNOLOGÍA
Producir biocombustibles es una solución más que facilita la biotecnología al medio ambiente. Pero no es la única. Desastres medioambientales como el hundimiento del Exxon-Valdez o el Prestige sirvieron a los científicos para implementar tecnologías pioneras con las que limpiar los ambientes contaminados por el petróleo. El uso de microorganismos para estas tareas se denomina biorremediación, y se une a la utilización de bacterias u hongos para descontaminar las aguas residuales de nuestras ciudades. Alternativas que muestran que la tecnología “viva” será fundamental para promover un desarrollo sostenible.