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1.- El pecado y la corrupción
El pecado y la corrupción de la conciencia es lo que incita a que la voluntad se rinda a los deseos de la carne. Una voluntad que perennemente toma decisiones conforme a la carne, es una voluntad que esta torcida y difícilmente quiera entrar en el camino que Jesús nos ofrece, ya que el camino de cristo está alineado bajo un reino espiritual y no carnal. Esta decisión es del espíritu y no de la carne.
2.- La incredulidad
La incredulidad es un factor determinante para entrar en el camino a cristo Jesús nuestro señor. La conexión que tiene la voluntad del hombre con el árbol del conocimiento del bien y del mal, es un obstáculo fuerte, cada vez que escogemos no creer en las cosas que provienen de Dios, nuestra voluntad se tuerce conectándose con este árbol, produciendo incredulidad.
3.- La carne
la carne entonces, es una estructura, es nuestra constitución interna como criaturas caídas, donde todo el legado y herencia espiritual de iniquidad va a ser esparcida en nosotros, para que se practiquen y cumplan los propósitos del diablo y no los de Dios. Para descaminar-nos en el camino a cristo Jesús y tomar nuestra propia forma caída para conducirnos al camino de la perdición.
4.- La mente
La mente está bajo el control del alma caída, de esta manera recibe pensamientos de maldad, de ira, de temor, de religiosidad, de incredulidad y de todo aquello que produce el corazón en estado de total corrupción.
5.- Un corazón endurecido
La iniquidad ha impregnado el espíritu, el alma y el cuerpo logrando llenar el corazón de tantos pecados, que esto endurece el corazón, es difícil poder penetrar un corazón que ha sido golpeado por las consecuencias del pecado. Dios tiene que usar circunstancias difíciles para quebrantar el corazón para que la persona clame a él. Esto logra ablandar el corazón y a prepararlo para tener ese encuentro maravilloso con el Dios de las oportunidades.