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La segunda ley de Newton establece que la aceleración de un objeto es inversamente proporcional a la masa del objeto. Cuanto mayor sea la masa de un objeto, menor será su aceleración si se le aplica una fuerza neta dada. En otras palabras, la masa es una propiedad de los objetos que se opone a la aceleración cuando se aplica una fuerza.
A partir de la segunda ley de Newton podemos afirmar que una fuerza constante producirá una aceleración constante. Por tanto, si una vez que un objeto se está moviendo, se le continúa empujando con la misma fuerza, seguirá acelerándose, yendo más y más rápido. Y, según la fórmula de Newton, no existe límite a la velocidad que puede alcanzar.
Pero esto es inconsistente con la teoría de la relatividad, Einstein lo demostró afirmando que m, la masa inercial, no permanece constante sino que aumenta a medida que aumenta la velocidad, un hecho que se observa experimentalmente, por ejemplo, en partículas elementales a alta velocidad.
Por ese motivo los objetos que sí se mueven a la velocidad de la luz, como la luz misma, deben tener masa en reposo cero