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Respuesta:
La historia de la antropología puede comprenderse como intentos sucesivos, casi
siempre fascinantes, de construir conceptos, nativos y teóricos, que nos permitan
avanzar en la comprensión de otros puntos de vista distintos de los nuestros, en trabajar
la diferencia, en entender y explicar y la diversidad. ¿Acaso diferencia y diversidad sean
meras ficciones? ¿Pueden reducirse a efectos discursivos, a inventos arbitrarios y
efímeros? ¿Todas las diferencias culturales son reductibles a efectos ilusorios de las
identidades construidas? Para intentar responder a estas cuestiones desde la
antropología, creo, necesitamos distinguir dos nociones que lamentablemente aparecen
sobrepuestas y entremezcladas de maneras confusas en el debate actual de las ciencias
sociales y los estudios culturales. Me refiero a las nociones de cultura e identidad.
Una distinción conceptual clara y precisa entre “cultura” e “identidad” resulta
imprescindible para el análisis antropológico de los procesos sociales. El concepto
antropológico de “identidad” históricamente se constituyó y enriqueció a partir de
estudios sobre relaciones interétnicas, fronteras étnicas y etnicidad. Proponemos aquí
que un concepto de cultura con fuerte linajes se renueve incorporando aportes decisivos
de las teorías sobre la nación. Cultura y nación, en tanto nociones teóricas, comparten
por su alto grado de complejidad no sólo la característica de ser históricas, sino las de
ser unidades heterogéneas y conflictivas
Explicación: