¿Qué formas de afrontar las enfermedades han cambiado a la fecha? de la colera y del covid 19 respondan bien porfa les doy 15 puntos
Respuestas
Respuesta:
l cáncer en etapa avanzada puede ser la parte más difícil a la que usted y sus seres queridos tendrán que enfrentarse. Aun así, algunas personas con cáncer avanzado viven más tiempo de lo esperado y usted aún tendrá opciones sobre cómo llevar su vida cada día.
Si usted y su familia tiene inquietudes constantes que interfieren con su vida, o si usted simplemente quiere comunicarse y lidiar de la mejor forma que pueda, considere hablar con un profesional de la salud mental. Puede a menudo ser muy reconfortante hablar con un experto. Los trabajadores sociales, los sicólogos y los siquiatras son profesionales de la salud con licencia. Usted puede localizar a uno de estos profesionales de la salud mental por medio de su equipo de atención médica contra el cáncer o del hospital más grande y cercano. Incluso una sesión con un profesional de la salud con licencia puede ayudarle a usted y a su familia a enfocarse en los asuntos más importantes. El equipo de atención médica contra el cáncer colaborará con usted para encontrar un profesional de salud adecuado para usted.
Explicación:
Respuesta:
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha adoptado la decisión de declarar el COVID-19 como pandemia. Hasta ahora, la caracterización de esta enfermedad, causada por el nuevo coronavirus SARS-Cov2, era como epidemia. Pero, ¿en qué se diferencia una pandemia de una epidemia? ¿Supone un agravamiento de la enfermedad o es solo una cuestión semántica? ¿Llega tarde esta declaración?
Cuestión de escala geográfica
La principal diferencia entre una pandemia y una epidemia es la escala geográfica. Los epidemiólogos (etimológicamente, los profesionales encargados de estudiar las epidemias; en la realidad, quienes estudian la incidencia, distribución y control de las enfermedades) usan el término epidemia para referirse a cualquier enfermedad que se propaga en la población de forma activa y, frecuentemente, escapando al control normal y deseable por las autoridades sanitarias.
Ajustándose a esta definición hemos tenido recientemente casos de epidemias de cólera en Yemen o hace unos años en Haití, que causaron más fallecimientos que la nueva pandemia de coronavirus. Sin embargo, esas epidemias afectaban a países o zonas muy concretas, sin que la situación se extendiera a otras regiones. Por eso las condiciones sanitarias permitían controlar las posibles infecciones con relativa facilidad.
La epidemia de COVID19 también empezó así: unos pocos casos en Wuhan, que en unas pocas semanas pasaron a decenas y centenares, y en menos de un mes llegó a miles de afectados, casi todos en la provincia de Hubei. A finales de enero, el resto del mundo empezó a oír noticias sobre esta nueva neumonía. Y, antes de que pudiésemos asimilarlo, nos encontramos con que las personas infectadas se encontraban por países diversos, cada semana en más lugares y en mayor número.
Casos globales de coronavirus COVID-19. Center for Systems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hopkins University (JHU)
Hoy vemos lo que pasó hace diez días
Sin embargo, la declaración de pandemia llega semanas después. El retraso en la declaración se explica por los niveles de circulación del virus en distintos países. En el momento de escribir este artículo, hay unos 128 000 casos confirmados en el mundo, de los que unos 81 000 corresponden a China, 12 500 a Italia, y 10 000 a Irán (España está en 2 300 casos). Aparte de Asia y Europa, sólo hay niveles importantes de casos en otro continente, América del Norte, con unos 1 300 casos en los EE.UU.
En estos y varios otros países se considera que el virus circula por la comunidad, sin que las medidas de contención hayan logrado evitarlo. Dado el retraso entre la infección y la aparición de síntomas (entre 7 y 14 días), y la posibilidad de transmisión por personas asintomáticas, cabe aceptar que hoy estamos viendo la situación de las transmisiones que se produjeron hace unos 10 días.
La declaración de pandemia viene a constatar que el SARS-Cov2 circula de forma amplia en varias zonas del mundo. En otras palabras, es una epidemia de dimensiones mundiales.
El cambio de nombre no empeora (ni mejora) las predicciones
La declaración como pandemia no empeora, ni por supuesto mejora, las predicciones que se habían realizado las semanas anteriores sobre la dificultad creciente para controlar el virus. Ni acerca de la posibilidad de que los sistemas sanitarios se tambalearan, incluso sucumbieran, colapsados por un elevado número de pacientes con necesidad urgente de atención médica.
Lo preocupante del asunto es que no solo afecta a los pacientes de COVID-19, sino a todos los que necesitan atención hospitalaria, incluso en el propio domicilio. Las medidas de control que se establecieron en China hace mes y medio podían parecernos extralimitadas desde nuestra visión de democracia occidental, pero han surtido efecto al cabo de varias semanas.
Dos datos lo corroboran. El primero, que los casos de nuevas infecciones diagnosticadas en China han disminuido drásticamente en las dos últimas semanas. El segundo, que en Wuhan ya se han empezado a desmantelar los 13 hospitales construidos con inusitada velocidad porque ya no son necesarios para albergar a los pacientes con COVID-19. Un gran éxito.
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