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Se denomina petrarquismo, dentro del género lírico, a la corriente estética que imita el estilo, las estructuras de composición, los tópicos y la imaginería del poeta lírico de la Baja Edad Media italiana Francesco Petrarca.
El petrarquismo fue una poderosa corriente de inspiración lírica que se esparció por toda Europa con el Renacimiento. A esta lírica se superpone una nueva filosofía amatoria influida por el platonismo. Su influjo se extendió hasta comienzos del siglo XVIII y solamente escaparon de él poetas como William Shakespeare, que creó un cancionero dedicado a un hombre.
Fundamentalmente, los poetas petrarquistas se dedican a cultivar el soneto amoroso y a reunirlo en colecciones estructuradas como cancioneros petrarquistas, en forma de serie de poemas que documentan la historia sentimental de su amor por la dama en evolución desde lo sensual a lo espiritual por influjo de las teorías amorosas del platonismo, que considera el amor como algo abstracto.
Formalmente, el petrarquismo introduce en la literatura española el soneto, que será la forma más usada en los siglos de oro (XVI y XVII), así como el endecasílabo como verso.
En Italia el petrarquismo tuvo buenos continuadores como Pietro Bembo y Michelangelo Buonarroti, y ya de forma paródica Francesco Berni. El petrarquismo italiano presenta una significativa contribución de las mujeres que se dedican al ejercicio de la poesía como Vittoria Colonna, Gaspara Stampa, Tullia d'Aragona, Laura Battiferri y Isabella di Morra, esta última considerada una pionera del romanticismo.
En Portugal fueron poetas petrarquistas Luis de Camões y Sa de Miranda; en España introdujeron el petrarquismo Garcilaso de la Vega y Juan Boscán, y lo siguieron Gutierre de Cetina, Hernando de Acuña y otros muchos en la primera mitad del siglo XVI y Fernando de Herrera y algunos otros en la segunda mitad, de forma más manierista; Lope de Vega y Francisco de Quevedo en el siglo XVII, a veces con rasgos paródicos que son patentes por ejemplo en Baltasar del Alcázar. En Francia lo implantó el movimiento poético conocido como La Pléyade, cuya figura más importante es Pierre Ronsard, destacando su obra Amores y los bellos Sonetos para Helena; en Inglaterra lo naturalizaron Thomas Wyatt y Henry Howard y lo continuó Philip Sidney.
El petrarquismo entró poco a poco en el seno del manierismo y llegó a convertirse en algo artificial, científico y frío, de forma que en el siglo XVII, ya barroco, empezó a usarse el mecanismo de la parodia creándose numerosos cancioneros burlescos. Se aplebeyó groseramente su idealismo platónico con el materialismo y la referencia al detalle marginal o costumbrista. Empezaron en este estilo, en Italia, Francesco Berni; en España, Baltasar del Alcázar y Luis de Góngora. Lope de Vega compuso también un cancionero petrarquista burlesco y humorístico, las Rimas humanas y divinas de Tomé Burguillos. Francisco de Quevedo, autor de otro cancionero petrarquista en torno a Lisi, ensaya ocasionalmente también la parodia petrarquista en poemas sueltos. Sin embargo, los temas y el tono de este tipo de poesía renacen una y otra vez, de forma que su huella siempre está presente en mayor o menor medida en la lírica occidental.
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