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Respuesta:
No, ser rico para con Dios no significa enriquecer a Dios. ... Él es tu riqueza. Por lo tanto, acumular para sí tesoros en el cielo sería vivir de tal manera que maximices a Dios como tu tesoro. Administra tu dinero de tal manera que muestres que Dios, y no el dinero, es tu tesoro.
Ser ricos ante Dios significa dar importancia a aquellas cosas que sí nos llevaremos con nosotros en la muerte: las buenas obras. El examen final será: "me diste de comer…". Y el no hacerlo es, para el evangelio, la mayor necedad.
Explicación:
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Respuesta:
La solución que Jesús nos propone es que seamos ricos ante Dios. Que Dios sea nuestra riqueza. Que Dios y su amor a nosotros y al mundo actúe como terapia. ¿No tenemos acaso experiencias humanas en este sentido? ¿No sabemos por experiencia que la amistad y el cariño de una persona tiene poder curativo sobre nuestras pequeñas y a veces grandes angustias? Pues Dios no es menos, sino más, que esa persona. Hay un modo viejo de ser, que por supuesto no coincide con la edad, y hay un modo nuevo de ser que tampoco equivale a la juventud. Los más "nuevo" de ese mundo es Jesucristo; lo más viejo, las tentaciones regresivas de nuestro corazón.
La codicia, el afán de amontonar, el convertir los bienes materiales en el fin primordial, es el error contra el que nos advierte el Señor. Y seguro que, en mayor o menos escala, todos encontramos algo en qué revisarnos. Un seguidor de Jesús no puede orientar su vida con esos criterios de ambición egoísta. El momento culminante de la enseñanza del Señor está en la frase final de la lectura evangélica, conclusión de la parábola: "Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico para Dios". No se trata de acumular bienes; se trata de acumular bondad, que es la riqueza ante Dios. Así pues, acumulemos bondad, para que de esa manera seamos ricos antes Dios.
ESPERO HABERTE AYUDADO : )