Debemos qué debemos hacer como personas y como grupo para valorar más el cuidado del medio ambiente.
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DEBEMOS RECICLAR NO TIRAR BASURA A LAS CALLES NO TIRAR BASURA AL MAR Y NO SEGUIR CON LA TALA DE ARBOLES
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CONCLUSIÓN
El respeto por la naturaleza es, en primer lugar, una cuestión de sentido común. Es evidente que estamos destruyendo la naturaleza, es decir, el sostén de nuestras vidas. Está en juego la vida de millones de especies, incluida la nuestra. Por consiguiente, respetar la naturaleza es una cuestión de supervivencia.
El mundo contemporáneo tiene muchos medios para abstraerse de la realidad inmediata. La crisis ecológica no es una cuestión urgente, por más que los accidentes de petroleros o de centrales nucleares aparezcan de vez en cuando en la prensa. No obstante, ocasionalmente, los medios de comunicación citan informes, estudios o declaraciones que reconocen la gravedad de la situación.
Si queremos respetar la naturaleza tenemos que encontrar, individual y colectivamente, otro estilo de vida. No sólo se impone consumir productos más ecológicos, también hay que consumir menos, reciclar, ahorrar agua y energía, no utilizar productos tóxicos, reciclar,... Es necesaria una reflexión continua sobre nuestra relación con el entorno y sobre nuestra responsabilidad en la contribución que podemos aportar al entorno para mejorarlo.
Respetar el entorno y la naturaleza nos debe llevar a cambiar nuestra forma de vivir y nuestra actitud hacia el mundo y hacia nosotros mismos. En nuestra vida cotidiana las personas podemos realizar cantidad de acciones que contribuyan a la mejora del entorno a partir del respeto de los lugares donde vivimos (barrio, pueblo, ciudad). Actuar y reflexionar de una manera más concreta sobre el ámbito de la escuela, el barrio... es una manera de intervenir sobre procesos que, a la larga, transforman la sociedad de manera global.
En definitiva: el Planeta corresponderá a nuestras acciones pero nosotros debemos decidir si queremos mantenerlo en condiciones habitables aunque esto suponga ciertas renuncias, o por el contrario, si queremos vivir sin pensar en el futuro ni en las consecuencias, no olvidemos que el mundo no se acaba cuando nosotros acabamos. Les dejamos un legado a las futuras generaciones
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