• Asignatura: Religión
  • Autor: juansebas9785
  • hace 7 años

1. Lee con atención el testimonio de Paula y responde estas preguntas:
• ¿Qué pecados se evidencian en la historia de Paula Peyton?
• ¿Qué consecuencias tienen estos pecados para la persona y para la sociedad?

LA MEJOR DECISIÓN DE SU VIDA

“Un regalo honorable y sincero de Dios: Eso es lo que significa el nombre de mi hijo, quien fue concebido en una violación en grupo”, así inicia su duro testimonio de vida Paula Peyton, una conferencista y activista provida que hoy apoya a mujeres que viven una situación similar.
Paula, oriunda de Memphis, Tennessee (Estados Unidos), fue concebida en una violación en 1991 y es la madre de Caleb, un niño concebido en una violación en grupo en 2017. Actualmente se desempeña como directora ejecutiva de Hope After Rape Conception, una organización sin fines de lucro dedicada a ayudar a las madres que sufrieron violación y necesitan apoyo para criar a sus hijos.
Paula relató su historia el 5 de junio en una columna publicada en la plataforma provida Live Action.
“Sufrí un trauma la noche en que fue concebido. No se puede negar la existencia de un trauma después de que dos hombres te apuntan con una pistola y te violan de todas las formas imaginables. Honestamente, cuando terminaron conmigo, no estaba seguro de por qué Dios me salvó la vida. Mi alma simplemente se apagó y viví en un perpetuo estado de duelo”, narró Paula sobre el terrible suceso que marcó su vida para siempre.
La mujer dijo que en aquel tiempo de dificultad un miembro del clero de la confesión evangélica a la que asistía “la empujó sin parar a tomar la píldora del día siguiente”.
“En aquel entonces no estaba segura de cómo me sentía sobre el plan b, pero sabía lo suficiente como para saber que podría evitar que una persona humana única se implante en el útero durante su etapa embrionaria. Así que decidí no tomarlo y evité los numerosos mensajes de texto y llamadas telefónicas del clero”, cuenta.
Paula explica que luego del traumático suceso lloraba en todo momento, “mientras rezaba y le preguntaba a Dios porqué permitiría que continuara la tortura que soporté esa noche”.
“Me sentí desagradable, agotada, como si nunca volviera a estar completa, nunca volvería a estar limpia, nunca experimentaría alegría o la sensación de tener un propósito nuevamente. Y sentí que no tenía razón para seguir viviendo”, relató.
“Pero lo hice a través de las visitas médicas, los exámenes y los tratamientos proactivos que recibí contra las ETS, en caso de que hubiera estado expuesta a algo. Soporté los terribles efectos secundarios de la profilaxis posterior a la exposición (PEP), destinada a prevenir la transmisión del VIH. Empecé a avanzar en esta nueva existencia anormal de la que no quería formar parte”, añadió.
En vez de utilizar la píldora del día siguiente, Paula decidió cambiarla en la farmacia por una prueba de embarazo. Al poco tiempo apareció la señal de “embarazada” en la pequeña pantalla digital.
“Sonreí. Sonreí tan grande. En ese momento, supe, sin lugar a dudas, que Dios me había visto (…). Dios me dio el dolor que soporté por un propósito. Me dio una razón para vivir. Me dio el mayor regalo de amor y alegría que jamás hubiera podido imaginar: la oportunidad de ser madre de un bebé perfecto”.
Luego de ese evento, la madre dijo que sus luchas no desaparecieron, pues los miembros de la iglesia a la que pertenecía la empezaron a presionar para que abortara y otros dejaron de hablarle. Hasta le llegaron a pactar citas en clínicas abortistas sin su consentimiento,
“Me dijeron una y otra vez que mi bebé era ‘malvado’, ‘un engendro de Satanás’, ‘un recordatorio permanente de la violación’, ‘ni siquiera una persona’, ‘desagradable’, ‘un error’, ‘la razón de por qué el aborto existe’, y seguían y seguían. Esas fueron las cosas más amables que dijeron. No puedo contar la cantidad de veces que me dijeron que no podría amarlo porque fui víctima de una violación”, escribió Paula.
En su interior, la ahora conferencista pensaba: “La persona a la que intentaban convencer tanto por la naturaleza intrínsecamente malvada de lo que llamaban ‘los bebés de la violación de Satanás’, había sido concebida en una violación, y no demostré ninguna de las características horribles que me dijeron que mi hijo tendría”.
Además, de ese problema, comenzó a experimentar sangrado abundante debido a una infección producto de la violación.
“Fue la experiencia más traumática: sollozar y rogarle a Dios que perdone la vida de mi bebé, que lo fortalezca, que lo ayude a aguantar”, dijo.
Luego de que le diagnosticaron el tipo de infección, Paula tomó, por semanas múltiples, rondas de tratamientos con antibióticos.
“Lloré de miedo hasta que cesó el sangrado, y cuando finalmente lo hizo, a las 20 semanas, lloré lágrimas de acción de gracias. Dios seguía protegiendo a mi bebé, y solo una semana después, ¡descubrí que era un niño!”, narró la madre de familia.


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Respuestas

Respuesta dada por: lenint627
4

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