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En los últimos años el panorama de la historia social cubana se ha ido enriqueciendo con contribuciones parciales. En ellas se enmarcan las investigaciones sobre inmigración, “raza”, movimiento obrero, artesanado, bandolerismo y, en menor medida, sobre género, prostitución, criminalidad, colonos, vida cotidiana, formación de clientelas, caciquismo y trabajadores rurales. Es lenta también la incorporación de las aportaciones que se están realizando desde la historia de la ciencia y de las mentalidades, tanto para la historia social como para la historia general de la isla. Éstas, así como la historia cultural -en la que se encuentran algunas explicaciones al comportamiento social- no sólo son poco cultivadas sino que sus alcances no tienen la repercusión que, consideramos, deberían tener como una manera más amplia y completa de acceder al conocimiento del tema.
7La complejidad que presenta la historia de Cuba en el último siglo de dominación española, en la que aún no se ha llegado a un mínimo consenso sobre la existencia y definición de clases sociales o acerca de su modo de producción dentro del capitalismo, se ha agravado con la aplicación en las últimas décadas de métodos de trabajo, que por su rigidez presentaron, en muchas ocasiones, un panorama un tanto esquemático y reduccionista, destinados a buscar continuidades con el presente, descontextualizando los objetos de estudio y olvidando períodos de la historia inapropiados para justificar esta continuidad. Por otra parte, este tipo de enfoques son demasiado simples para explicar un proceso tan complejo como el cambio que a lo largo del siglo XIX, pero sobre todo en el último tercio, experimentó la isla, transitando de una sociedad de castas a una de clases -en opinión de la mayoría de los autores-, ya que ese tránsito no fue lineal ni perfecto. Muchos factores e intereses conjugaron, por ejemplo, para que la esclavitud no fuese reemplazada por proletarización o para contrarrestar el peso del elemento negro.ii
8De carácter general, pero de obligada lectura, son las obras de L. Marrero (1992) y de M. Moreno (1995), en las que se aborda lo social como una dimensión más de la historia colonial de Cuba; ambas terminan al iniciarse en el último tercio del siglo XIX, pues aunque en el caso de M. Moreno hay un capítulo dedicado al período posterior, éste es meramente testimonial comparado con el resto del libro. La razón creemos encontrarla en el efecto que la esclavitud y su abolición tuvo, con todas sus implicaciones, en la estructura y en las relaciones sociales. Otras obras de síntesis que apuntan las carencias pero no las resuelven son la Historia de Cuba de la Universidad de La Habana y la del Instituto de Historia de Cuba (IHC) (1994-98). iiiEn este último la contribución de M.C. Barcia (1996b) es la más ambiciosa pues intenta solucionar el problema acercándose a lo social desde sus manifestaciones culturales; los otros tienen objetivos más modestos: se centran en la Guerra de 1895-98 o en la etapa inmediatamente posterior.
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pero aberte ayudado xd