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1. Descanso. Puede que no le otorguemos la importancia que merece a este aspecto pero dormir bien es vital para acelerar la recuperación. Un sueño profundo favorece todos los procesos anabólicos y tiene una especial incidencia sobre el sistema nervioso, el sistema inmunitario, el sistema locomotor y el sistema endocrino. Un descanso de 8 horas de calidad es el primer paso.
2. Hidratación. La recuperación en este caso empieza incluso en los momentos previos a iniciar la actividad física ya que es necesario hidratarse antes, durante y después de la misma. Las aguas carbonatadas son fuentes importantes de sodio, magnesio y bicarbonatos, todos ellos básicos para acometer la recuperación con garantías. Además, una correcta hidratación facilita el transporte de nutrientes, vitaminas y minerales por el organismo, activa las enzimas esenciales suministradoras de energía, ayuda a eliminar impurezas y toxinas del organismo y permite regular la temperatura corporal.
3. Alimentación. Con nuestro organismo ávido de nutrientes y predispuesto a la regeneración muscular, conviene reponer las reservas de proteínas, glucógeno o ácidos grasos si no queremos que nuestro rendimiento se resienta y aumente el riesgo de lesión. Una dieta con presencia de legumbres, pasta, arroz, verduras, patatas, carnes, pescados, huevo, productos lácteos, fruta y dulce, debe cubrir el rango de nutrientes que necesita nuestro cuerpo. ¿Proporciones? Pues por ejemplo un 60% de glúcidos, un 30% de proteínas y un 10% de lípidos.
4. Recuperación activa. Si queremos eliminar las toxinas y que nuestro cuerpo se adapte de forma progresiva a un estado más calmado un poco de carrera o bicicleta a ritmo moderado lo permitirá. Y si además lo combinamos con una serie de estiramientos aplicados en cuádriceps, isquiotibiales, tríceps sural o lumbares la recuperación será todavía más completa.
5. Fisioterapia y métodos regenerativos. No menos importante que lo comentado hasta ahora es la relevancia de la fisioterapia en la recuperación física. A través de una serie de técnicas y tratamientos que engloban, entre otros, masajes, electroterapia, termoterapia e hidroterapia, es posible velar por la salud muscular del deportista y ponerlo en disposición de que vuelva a competir. Especial relevancia están adquiriendo en los últimos tiempos tanto la crioterapia como la talasoterapia, la primera se basa en el poder regenerativo del frío y la segunda se sirve de los recursos y clima marinos como método curativo.
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