Respuestas
¿Me permitís que os tutee? Es que, yo a mis amigos los tuteo y decidme ¿acaso no sois amigos míos? Pues si lo sois, ¿cómo os voy a hablar de usted, criaturitas de Dios? No le pega.
Veréis, en días de estos, a veces hay que hacer pausas, para cambiar decorados, para vestirse (de otra manera se entiende, porque ya sé que vestidos vamos todos), para… oye, ¿yo qué sé para qué? Lo cierto es que a veces hay que hacer pausas. Y en estas pausas la gente puede aburrirse, y para eso, para que no os aburráis, alguien me dijo a mí que interviniera (hasta aquí puede cambiarse en función de cuándo, dónde y ante qué público se interprete) haciendo algo y yo, pensando pensando”¿qué haré?” “¿que no haré?” Pues mira, se me ocurrió que podía contaros un cuento; y como soy, y estoy, mayor, pues no me sé cuentos nuevos y pensé en contaros el de Caperucita Roja, pero como, repito, soy, y estoy, mayor, pues no me acordaba y lo releí. Y ¿adivináis qué pasó? Pues que me sorprendí. Sí, sí, me sorprendí y no poco, no creáis.
¿Os sabéis el cuento? ¿Os lo sabéis todos? Bueno pues yo iba a contarlo, pero si os lo sabéis no hace falta que lo cuente; pero una pregunta (y tú el del fondo no me digas irónicamente ¿otra?), la pregunta es ¿no os habéis sorprendido de la cantidad de mala gente y de gente rara y de bichos raros que salen en el cuento? Porque yo, cuando era pequeño pensaba poco (y no es que ahora piense mucho, pero un poco más, si.) y me contaron el cuento y chin pun, se acabó; pero ahora, como a veces duermo mal, o duermo poco o, a veces, hasta se me olvida dormir, pues he cogido el feo vicio de pensar. (No se lo digáis a nadie, pero creo que eso porque no tengo televisión.). Y, claro, si piensas… .