¿Por qué la iliada a pesar de que trata sobre guerra tiene valores a rescatar y cuáles son?
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El dios Zeus ideó una estrategia para ayudar a los troyanos: enviar un falso sueño de victoria al caudillo griego Agamenón, que además acababa de tener un enfrentamiento con el héroe Aquiles. “Pensó que aquel mismo día iba a apoderarse de la ciudad de Príamo, / nada sabía el muy necio todo lo que Zeus tenía previsto hacer”, escribe Homero. No hay nada tan destructivo, tan letal, como la confianza ciega en su propio triunfo, la creencia absoluta en la victoria. Esa es una de las muchas historias universales que contiene la Ilíada. Nunca sabremos con seguridad cuándo y cómo se compuso —los expertos prefieren el verbo “componer” a “escribir” porque no está claro el papel que tuvo la escritura en su creación—. Sobre su autor, Homero, que la tradición describe como un bardo ciego, existen más dudas que certezas. Sin embargo, allí siguen sus relatos, anclados más que nunca en la memoria viva de nuestra cultura.
Como escribió Gore Vidal en sus memorias: “Al igual que las diferentes capas de Troya, donde en algún profundo lugar están todas esas ciudades amontonadas sobre otras ciudades, uno espera encontrarse con Aquiles y su amado Patroclo y con toda esa fuerza con la que dio comienzo nuestro mundo”.
Ahora que Grecia lleva años enfrentándose a sueños de victoria, Homero está presente en las librerías españolas con una oleada de novedades. En los últimos tiempos se han publicado tres libros sobre su obra —El mundo de Homero (Crítica), de John Freely; El eterno viaje. Cómo vivir con Homero (Ariel), de Adam Nicolson, y La guerra que mató a Aquiles. La verdadera historia de la ‘Ilíada’ (Acantilado), de Caroline Alexander—, además de una historia del mundo en el que surgieron esos relatos, la Grecia clásica, Héroes que miran a los ojos de los dioses (Edaf), del helenista Óscar Martínez García, autor de la última traducción al castellano de la Ilíada (Alianza Editorial, 2010). “Como en todos los libros que llamamos clásicos, en la Ilíada y la Odisea encontramos, nosotros los lectores, el reflejo de nuestra propia experiencia. En estas obras no sólo leemos de forma literal las historias que están contadas: leemos también el texto transformado en metáforas de historias que nos son propias, en símbolos de nuestros temores y deseos”, explica Alberto Manguel, que publicó hace algunos años El legado de Homero (Debate).
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