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Respuesta:
el ser humano ha intervenido, ha sido capaz de crear en lugar de destruir. Parajes naturales como el Parque de Yellowstone, la escala de Turchi siciliana o el imponente monte Everest han acabado por competir con las creaciones artificiales hechas por la mano del hombre, como los castillos y palacios europeos, la Gran Muralla o la antigua ciudad de Machu Picchu (ejemplo perfecto de unión entre ambos mundos).
Sin embargo, muchas veces estos lugares que parecen eternos son los primeros en desaparecer. Fenómenos como el calentamiento global, la deforestación, las sequías o las catástrofes naturales suelen provocar daños que afectan enormemente a las maravillas naturales del planeta. Si a eso se le añade un pobre control por parte de los seres humanos (que muchas veces echan más leña al fuego en lugar de colaborar a contrarrestar estos efectos negativos) y la contaminación y destrucción de entornos que provocamos se entiende que cada día aumente el riesgo real de perder las maravillas de nuestro mundo. Ni siquiera las creaciones propias aguantan, ya que la masificación turística de las grandes obras de ingeniería humana las han ido deteriorando poco a poco e incluso poniéndolas en peligro.
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