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El siglo XX se caracterizó por un exponencial desarrollo industrial que ha repercutido en el aumento de nuestra calidad de vida. Sin embargo, también ha generado una serie de problemas, entre ellos el de una relevante contaminación de nuestro entorno que puede también afectar a la salud de las personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cuatro enfermedades en el mundo puede tener que ver con factores ambientales, siendo diferentes en cualquier caso los factores ambientales concretos en cada región del mundo.
Dentro de los factores ambientales que pueden contribuir a generar problemas sanitarios, uno que está generando especial interés por parte de la comunidad científica y de las autoridades, es el de una serie de contaminantes químicos. Preocupa en especial lo que tiene que ver con los niños, como evidencian iniciativas como el Plan de acción sobre medio ambiente y salud para los niños en Europa (CEHAPE), puesto en marcha bajo los auspicios de la OMS. Los niños son un eje de atención especial para estas instituciones por factores como el hecho de que sean más vulnerables ante los efectos de muchos contaminantes.
Es importante pues, trabajar para concienciar acerca de cuáles pueden ser situaciones de posible riesgo, y las formas para reducirlas. Aprender, por ejemplo, qué artículos o productos pueden contener sustancias perjudiciales y la forma de evitarlas o de reducir su presencia en entornos infantiles. Existen alternativas viables, sencillas y a veces hasta divertidas que pueden representar una considerable mejora.
¿Por qué las escuelas?
Uno de los ámbitos más importantes en los que introducir la prevención en salud ambiental es la escuela. Los niños y niñas tienen una gran capacidad de aprendizaje y son la base de la sociedad, por lo que los cambios aplicados en esta etapa repercuten en todo el conjunto.
Los niños, los más vulnerables
Los niños presentan una serie de características que les hacen particularmente sensibles a la influencia del entorno. En proporción, respiran más que los adultos y además están más cerca del suelo, de modo que se exponen más a inhalar sustancias preocupantes tales como compuestos orgánicos volátiles o las más diversas sustancias presentes en el polvo, además de las que puedan ingerir directamente por llevarse las manos a la boca. Su piel es más permeable y comen y beben más en relación a los adultos, lo que hace que sus cuerpos puedan incorporar más contaminantes. Además, sus sistemas orgánicos de eliminación de tóxicos aún no han madurado.
Enfermedades respiratorias, asma infantil, alergias, cánceres infantiles, problemas cognitivos, alteraciones hormonales, … no paran de crecer en incidencia entre la población infantil. Según muchos estudios científicos la creciente contaminación química a la que se exponen los infantes, con frecuencia en sus propias casas, puede causar o influir en mayor o menor grado, en una parte de esos problemas.
Qué pretendemos
El fin que nos mueve es preservar la salud del Medio Ambiente, bajo la acepción más amplia del concepto Medio Ambiente: la cual incluye todo lo que rodea a un ser vivo, el propio ser vivo, así como los valores naturales, sociales y culturales que existen en un momento y lugar. Se trata, por tanto, de una doble finalidad:
Preservar la salud de las personas, previniendo enfermedades y mejorando el nivel de salud
Preservar la salud del planeta, protegiendo el Medio Ambiente
Explicación: