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Una economía exportadora
Desde luego, es difícil no quedar impresionado por los resultados económicos de China en los últimos diez años. Pero, por sorprendentes que sean estas magnitudes, la capacidad de la economía china para sustituir a EEUU y a la Unión Europea a la cabeza de la expansión de la economía mundial es más que dudosa. La principal característica de la economía china es su fuerte orientación a la exportación. « Más exactamente, el FMI cifraba la reducción del PIB chino en un 0,5% por cada punto de reducción de la aportación del consumo interno al PIB de Estados Unidos, lo que resulta ser significativamente mayor que en la mayoría de las economías llamadas ‘emergentes».
Desde el XIV Congreso del PCCh en 1992 hasta hoy, el gran motor de la economía china ha sido la avalancha de inversión extranjera. Atraídas por los bajos salarios y por los precios artificialmente bajos de la energía de uso industrial, las grandes empresas multinacionales empezaron a trasladar a China una parte creciente de su producción. Evidentemente, el traslado de la producción a un país con salarios tan bajos como es China tiene un efecto inmediatamente beneficioso para el conjunto del capitalismo. La reducción de costes contribuye a una recuperación de los beneficios empresariales, en consecuencia estimula nuevas inversiones y expande el conjunto de la economía.
Pero, no lo olvidemos, la otra cara de la inversión masiva en China es el cierre de instalaciones industriales en los países capitalistas desarrollados. De modo que, considerado globalmente, el crecimiento chino no puede contabilizarse en su totalidad como una aportación neta al desarrollo de las fuerzas productivas mundiales, sino que es, en gran medida, un mero traslado de capacidad productiva a un entorno de salarios miserables y condiciones de trabajo completamente inhumanas. Por ello, el principal riesgo que se cierne sobre la economía china es que una recesión en EEUU o Europa, causada por la crisis desatada en el sector inmobiliario, de la que el problema de las hipotecas de alta riesgo es sólo la punta del iceberg, provoque a corto plazo un parón de las exportaciones y, a largo plazo, reduzca el volumen de capital extranjero que fluye hacia China e impulsa el desarrollo económico del país.
Mercado interno
Desde luego, el espectacular crecimiento chino ha generado una reducida clase media con una cierta capacidad de consumo, pero las magnitudes globales del consumo privado chino dejan muy poco lugar a la esperanza de que un desarrollo del mercado interno pueda llenar el vacío dejado por la previsible reducción de las exportaciones. Mientras que en EEUU el consumo privado supone un 70% del PIB, en China ese porcentaje es de apenas un 36%, el porcentaje más bajo, con gran diferencia, de las grandes economías. Lo que más claramente pone de manifiesto la inanidad de las referencias al mercado interior chino son las tendencias sostenidas durante los últimos 15 años en cuanto a la distribución del PIB. En estos seis años la reducción ha sido de más de diez puntos porcentuales.
De modo que el mercado interno no sólo no crece, sino que la tendencia es a su reducción. « Y el único secreto del ‘milagro» chino han sido los salarios de hambre, las jornadas interminables y una represión feroz del aparato burocrático chino hacia el conjunto de los trabajadores. Por supuesto, tanto la burocracia como las empresas radicadas en China entienden la necesidad de desarrollar el mercado interno, y estarían encantadas de que tal cosa ocurriera. « Pero las empresas capitalistas no operan para producir ‘mercados internos», sino que operan para producir beneficios, y las condiciones estructurales del capitalismo chino no parecen dejar mucho margen a la mejora de las condiciones de los asalariados.
Tensiones sociales
Por ello, es en este contexto de reducción relativa de los salarios donde debemos buscar las claves de la evolución de China. La agudización de las luchas salariales en China es ya inocultable, a pesar del férreo control ejercido desde el Estado. La clase obrera china, en su corta historia, demostró ser una digna heredera de la tradición insurreccional de los campesinos chinos, que a lo largo de siglos se levantaron en armas, una y otra vez, contra sus opresores terratenientes. Dos décadas de capitalismo en China han creado una situación social insostenible.
La más mínima alteración del orden económico y social, como las que actualmente amenazan el precario equilibrio del capitalismo chino, puede ser la chispa que ponga de nuevo en marcha a las amplias masas del proletariado chino en el camino de la revolución socialista.