narra una historia donde se logre la empatia


miguel81907954: que paso con ella
ortegapitamariaaleja: es que la boda si es por la mañana no voy a estar
ortegapitamariaaleja: y si es por la tarde no se a que horas
miguel81907954: a la 1:00pm
ortegapitamariaaleja: no se esque voy donde mi tia y porai me vengo a los 2 pm
miguel81907954: entonces a las 2.30 amor
ortegapitamariaaleja: oki sempai
ortegapitamariaaleja: te jamuuuuu bay
miguel81907954: ok te quiero uwu *la besa*
ortegapitamariaaleja: oki bay

Respuestas

Respuesta dada por: miguel81907954
2

sorry no me deja poner la histori completa


ortegapitamariaaleja: oki *lo lame*
ortegapitamariaaleja: *susurra*te gusta sempai
ortegapitamariaaleja: .......
ortegapitamariaaleja: sempai si quieres hablamos mañana
miguel81907954: sorry me fui a dar una ducha
ortegapitamariaaleja: 7v7
miguel81907954: quieres lamer ni ne-pe 7v7
ortegapitamariaaleja: oki (////////)
ortegapitamariaaleja: *lo lame*
miguel81907954: mi ne.-pe esta caliente 7v7
Respuesta dada por: ortegapitamariaaleja
2

Respuesta:

Desde muchas generaciones atrás, la familia de Ana tenía dones especiales. El suyo, que empezó a desarrollar cuando cumplió nació, radicaba en sus lágrimas. Cada vez que lloraba y una lágrima caía sobre algo, se quemaba. Eran ‘lágrimas de fuego’ y más que un don, era una maldición.

La explicación a aquel fenómeno tan extraño era sencilla. Había 500 años, un antepasado de la niña había sido domador de dragones. Seres fantásticos que escupían fuego por la boca. De ahí venía la maldición de Ana. Como castigo por no haber atendido bien a una de las crías, el dios de los dragones le impuso una penitencia que heredarían todos sus descendientes: la de quemar todo lo que tocasen sus lágrimas.

Debido a esa situación, Ana nunca lloraba. No porque no tuviera ganas, sino para evitar las consecuencias. Si se caía, soplaba sobre la herida y pensaba en cualquier cosa para evitar el dolor. Si le reñían, aceptaba la reprimenda sin derramar una sola lágrima. Si echaba de menos a sus padres durante las vacaciones, pensaba en todo lo que harían juntos a su vuelta. Así sucesivamente con todo lo que le provocaba ganas de llorar.

Un día Ana no pudo evitarlo. Fue cuando se murió su perro Blas. Ese día, po mucho que intentó ser fuerte, fue imposible. Era ya mayor y había estado con ella desde que era un bebé y él un cachorro. Cuando fue a enterrarle al jardín de casa, al caer la primera lágrima sobre el suelo, todo comenzó a arder. Los árboles, la flores, la caseta de las herramientas…. Los bomberos tardaron tres horas en apagar todo el fuego.

En ese momento Ana supo que debía hacer algo por acabar con esa maldición que pesaba sobre ella desde su nacimiento. Convencida, fue a ver al dios de los dragones que aún vivía en lo alto de una colina.

Lágrimas de fuego

Cuentos originales

 

 

Autor: Silvia García

Edades: A partir de 4 años

Valores: empatía, fuerza de voluntad

Lágrimas de fuegoDesde muchas generaciones atrás, la familia de Ana tenía dones especiales. El suyo, que empezó a desarrollar cuando cumplió nació, radicaba en sus lágrimas. Cada vez que lloraba y una lágrima caía sobre algo, se quemaba. Eran ‘lágrimas de fuego’ y más que un don, era una maldición.

La explicación a aquel fenómeno tan extraño era sencilla. Había 500 años, un antepasado de la niña había sido domador de dragones. Seres fantásticos que escupían fuego por la boca. De ahí venía la maldición de Ana. Como castigo por no haber atendido bien a una de las crías, el dios de los dragones le impuso una penitencia que heredarían todos sus descendientes: la de quemar todo lo que tocasen sus lágrimas.

Debido a esa situación, Ana nunca lloraba. No porque no tuviera ganas, sino para evitar las consecuencias. Si se caía, soplaba sobre la herida y pensaba en cualquier cosa para evitar el dolor. Si le reñían, aceptaba la reprimenda sin derramar una sola lágrima. Si echaba de menos a sus padres durante las vacaciones, pensaba en todo lo que harían juntos a su vuelta. Así sucesivamente con todo lo que le provocaba ganas de llorar.

Un día Ana no pudo evitarlo. Fue cuando se murió su perro Blas. Ese día, po mucho que intentó ser fuerte, fue imposible. Era ya mayor y había estado con ella desde que era un bebé y él un cachorro. Cuando fue a enterrarle al jardín de casa, al caer la primera lágrima sobre el suelo, todo comenzó a arder. Los árboles, la flores, la caseta de las herramientas…. Los bomberos tardaron tres horas en apagar todo el fuego.

En ese momento Ana supo que debía hacer algo por acabar con esa maldición que pesaba sobre ella desde su nacimiento. Convencida, fue a ver al dios de los dragones que aún vivía en lo alto de una colina.

Lágrimas de fuego

- Por favor, no puedo vivir con lágrimas de fuego y las personas de vez en cuando tenemos que llorar -le suplicó la niña.

- Son las consecuencias de las malas acciones de tu antepasado, niña. Cargarás con ello por siempre jamás.

Ana le volvió a replicar y a suplicar hasta que al final el dios de los dragones se ablandó y dio su brazo a torcer. Le concedió su deseo a cambio de algo: debía entrenarse ella también como adiestradora de dragones. A Ana le encantó el reto y pronto se convirtió en una habilidosa entrenadora de aquellos seres fantásticos.

Explicación:


ortegapitamariaaleja: oki (//////)
ortegapitamariaaleja: bay sempai hablamos mañana tengo que hacer tarea
ortegapitamariaaleja: bay te jamuuu mucho te extrañare
ortegapitamariaaleja: holi sempai
miguel81907954: hola uwu
miguel81907954: espera amor ire a comer
ortegapitamariaaleja: oki sempai
miguel81907954: te quiero uwu
ortegapitamariaaleja: io te jamuuuuu
ortegapitamariaaleja: acuérdate que hoy es nuestra boda
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