• Asignatura: Historia
  • Autor: marcospierdel10xd
  • hace 7 años

¿Porqué Atahualpa dejo avanzar a los españoles y no los comfronto?

Respuestas

Respuesta dada por: reiberjrz
1

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marcospierdel10xd: Ayudenme porfa
Respuesta dada por: alessamora2305
2

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Explicación:

Los cronistas han glosado largamente sobre las discusiones que tuvieron —o habrían tenido— lugar entre Pizarro y Atahualpa. Siguiendo en esto una tradición muy conocida de la gran literatura antigua, ellos las presentan en general como dignas conversaciones entre dos jefes, uno, vencedor, magnánimo y generoso, lleno de atenciones para el vencido a quien albergaba en sus aposentos y a quien había dejado un séquito importante, el otro, sereno en la desgracia, siempre grande a pesar de su ruina, y sin manifestar enemistad sino con fray Vicente de Valverde. Garcilaso de la Vega, cuya madre pertenecía a la aristocracia inca, tiene una opinión más matizada. Él afirma que Atahualpa cargaba pesadas cadenas de hierro, versión empero poco probable en la medida que se sabe que el Inca destituido gozaba de una relativa libertad de movimientos en la residencia en la que estaba confinado.

3Sea como fuese, y sea cuales hayan sido verdaderamente las relaciones entre el conquistador y el Inca, el hecho es que terminaron por hablar de rescate. Parece ser que la propuesta emanó de Atahualpa. A cambio de su libertad, él habría propuesto a Pizarro llenar con oro la habitación en la que se encontraba. Levantando el brazo y tocando la pared con la mano, habría hecho trazar una línea roja indicando la altura por alcanzar. Se haría lo mismo con las otras dos habitaciones contiguas pero éstas se llenarían con objetos de plata. El Inca habría precisado incluso que éstos no habían de ser martillados para ocupar menos volumen y aumentar así el rescate. Los españoles, atraídos solamente por el peso del oro contenido en los objetos que encontraban y de ninguna manera interesados por su valor estético, tenían en efecto la costumbre de triturar platos, jarrones, pectorales, revestimientos de templos, objetos de culto, etc., para transportarlos más fácilmente en forma de gruesos lingotes en espera de fundirlos. La habitación en la que sería almacenado el oro del rescate —y que tiene grandes posibilidades de no ser aquella que se muestra hoy a los turistas en Cajamarca— medía, según los testigos, más de ocho metros de largo por casi cinco de ancho. Ante la incredulidad de Pizarro, Atahualpa se había dado cuarenta días para llenarla.

4Los caciques, con los que Atahualpa estaba siempre en relación, comenzaron a traer el oro tan esperado a la vez por el ilustre prisionero como por sus carceleros españoles. Al poco tiempo, los allegados del Inca conducidos por uno de sus hermanos llegaron de Cusco. Traían, dice Francisco de Jerez, una gran cantidad de vajilla de oro, cubos, jarrones, otros objetos y mucha plata. Sin embargo, a los españoles les parecía que las cantidades prometidas demoraban en llegar. Con el paso de los días, cierta impaciencia, por no decir un verdadero descontento, comenzó a manifestarse en la tropa. Pizarro habló al Inca. Entonces éste habría propuesto a los españoles enviar a varios de ellos como emisarios con el fin de ir a buscar el precioso metal en el gran templo de Pachacamac y hasta el mismo Cusco.

5El templo de Pachacamac se encontraba en la costa, casi al borde del océano, al sur del oasis que ocuparía la ciudad de Lima que no existía todavía. Se trataba de uno de los principales centros de culto del imperio, y las ruinas que se pueden ver todavía hoy, aunque muy imponentes, no pueden dar una idea del papel que desempeñaba entonces como tampoco de su importancia en el Imperio inca.

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