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HISTORIA
La zona arqueológica monumental El Paraíso es un conjunto urbano de carácter ceremonial y administrativo perteneciente al período precerámico tardío (2100-1600 a.C). Está compuesto de varios montículos, de los cuales destaca un Templo en forma de U.
Louis Stumer registra al sitio con el nombre de Chuquitanta, junto con otros sitios del valle del Chillón en 1952. Posteriormente, Frederic Engel lo denomina El Paraíso, porque así figuraba en el mapa del Instituto Geográfico Militar.
El Paraíso tiene una extensión aproximada de 58 hectáreas y está constituido por doce unidades arquitectónicas de diferentes tamaños que presentan formas y técnicas muy avanzadas. La estructura principal es un templo en forma de U conformado por un cuerpo central y dos brazos que albergan una plaza.
El material constructivo fue principalmente la piedra, pero también fueron utilizados los adobes en menor cantidad. Estos fueron moldeados a mano, produciendo formas irregulares, que posteriormente fueron expuestos al sol para su secado. También se encontraron escaleras construidas con el mismo material.
De las investigaciones realizadas por Frederic Engel y Bernardino Ojeda, entre 1965 y 1966, destaca el hallazgo de pisos de fino acabado y muros con revestimiento de barro, que de manera implícita denota una selección de materiales de tipo geológico, el cual es combinado con jugo de penca de tuna y de cactus que agrega un mayor amalgamiento a los componentes mezclados. Propiedad necesaria dada la exposición de los muros a los vientos de la zona por su cercanía al mar.
Los hallazgos registrados por Engel en el sitio son bolsas de shicras, elaboradas con material botánico, así como un contexto funerario, ubicado al pie de la fachada principal. El cuerpo fue cubierto por un textil de fibra de algodón, tejido con la técnica de “entrelazado”. También se encontró una figurina de barro de forma antropomorfa, que es un objeto recurrente en sitios de este periodo.
El Ministerio de Cultura retomó el año 2017 trabajos de investigación, conservación y puesta en valor del edificio I, uno de los más importantes del complejo, reportando los hallazgos del entierro de una mujer con ajuar funerario, restos alimenticios de productos marinos y agrícolas del valle, e instrumentos de madera, concha y hueso.