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En los animales la reproducción varía según se van haciendo más complejos los seres vivos. Desde los seres unicelulares a los animales invertebrados y luego a los vertebrados va desapareciendo la reproducción asexual hasta quedar sólo la sexual.
A medida que sólo se mantiene la reproducción sexual, se va desarrollando también un comportamiento cada vez más complejo para poder llevar a cabo la reproducción. Esta conducta conlleva unos ritos de apareamiento en forma de peleas, cantos, habilidades, etc. que harán que unos individuos se reproduzcan y otros no, y no serán necesariamente los más fuertes.
A medida que sólo se mantiene la reproducción sexual, se va desarrollando también un comportamiento cada vez más complejo para poder llevar a cabo la reproducción. Esta conducta conlleva unos ritos de apareamiento en forma de peleas, cantos, habilidades, etc. que harán que unos individuos se reproduzcan y otros no, y no serán necesariamente los más fuertes.
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La reproducción animal
En los animales superiores, las relaciones sexuales entre dos individuos de una misma especie, macho y hembra, garantizan la reproducción sexual, es decir, la formación de uno o de varios nuevos individuos, lo que garantiza la supervivencia y continuidad de la especie en el planeta.
Todas las especies animales tienen ciclos durante los cuales las hembras entran en ‘calor’ o celo, que es el período propicio para el apareamiento, es decir, para tener relaciones sexuales. Las hembras aceptan sexualmente a los machos sólo durante estos períodos, pues el apareamiento tiene como único fin la reproducción de la especie. La especie humana y algunos monos son la excepción a esta regla, porque sus individuos pueden tener relaciones sexuales sin fines reproductivos.
En algunas especies es difícil a simple vista reconocer un macho de una hembra. En otras, los machos y las hembras tienen dimorfismo sexual, es decir, se distinguen por tener características físicas diferentes como el tamaño, el color, la melena, las crestas, los cuernos, etc. Hay dimorfismo sexual, por ejemplo, entre el gallo y la gallina, el león y la leona, el hombre y la mujer, y entre los machos y hembras de algunas aves como los toches, los piscos y los pavos reales, entre otros.
Con frecuencia, los machos de una especie luchan entre ellos con patadas, mordiscos y gruñidos para determinar quién es el macho dominante de la manada, quién es el dueño del territorio y quién es el más fuerte para reproducir la especie. Estos combates pocas veces son mortales. Cuando llega la época de reproducción, el instinto hace que el macho y la hembra, que poco antes se ignoraban y a veces se trataban con hostilidad, ahora se busquen y se cortejen. Los animales emplean todos los sentidos para el apareamiento: el olfato detecta las feromonas sexuales del otro sexo; el oído distingue sonidos que guían y atraen a la pareja; la vista descubre formas, colores y movimientos que desencadenan la atracción sexual; el tacto, el gusto, el olor y la entrega calman la agresividad y el miedo y confirman la unión de la pareja.
Aca tienes donde sale mas info e imagenes....
http://www.secretosparacontar.org/Lectores/Contenidosytemas/Lareproducci%C3%B3nanimal.aspx?CurrentCatId=103
En los animales superiores, las relaciones sexuales entre dos individuos de una misma especie, macho y hembra, garantizan la reproducción sexual, es decir, la formación de uno o de varios nuevos individuos, lo que garantiza la supervivencia y continuidad de la especie en el planeta.
Todas las especies animales tienen ciclos durante los cuales las hembras entran en ‘calor’ o celo, que es el período propicio para el apareamiento, es decir, para tener relaciones sexuales. Las hembras aceptan sexualmente a los machos sólo durante estos períodos, pues el apareamiento tiene como único fin la reproducción de la especie. La especie humana y algunos monos son la excepción a esta regla, porque sus individuos pueden tener relaciones sexuales sin fines reproductivos.
En algunas especies es difícil a simple vista reconocer un macho de una hembra. En otras, los machos y las hembras tienen dimorfismo sexual, es decir, se distinguen por tener características físicas diferentes como el tamaño, el color, la melena, las crestas, los cuernos, etc. Hay dimorfismo sexual, por ejemplo, entre el gallo y la gallina, el león y la leona, el hombre y la mujer, y entre los machos y hembras de algunas aves como los toches, los piscos y los pavos reales, entre otros.
Con frecuencia, los machos de una especie luchan entre ellos con patadas, mordiscos y gruñidos para determinar quién es el macho dominante de la manada, quién es el dueño del territorio y quién es el más fuerte para reproducir la especie. Estos combates pocas veces son mortales. Cuando llega la época de reproducción, el instinto hace que el macho y la hembra, que poco antes se ignoraban y a veces se trataban con hostilidad, ahora se busquen y se cortejen. Los animales emplean todos los sentidos para el apareamiento: el olfato detecta las feromonas sexuales del otro sexo; el oído distingue sonidos que guían y atraen a la pareja; la vista descubre formas, colores y movimientos que desencadenan la atracción sexual; el tacto, el gusto, el olor y la entrega calman la agresividad y el miedo y confirman la unión de la pareja.
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