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Carlos Pérez García en sus dos conferencias del seminario «Ciencia, Razón y Fe», que tuvo lugar en la primavera del año 2005. Aunque no tuve la fortuna de asistir a ese curso, las características universales de la ciencia contemporánea permiten que otra persona cualquiera, como quien escribe estos textos, pueda imaginar y completar aquello que esa secuencia de imágenes intenta narrar. Como científico, la búsqueda coherente de la verdad le impide tomar cualquier atajo que se aparte del camino que le proporcionan los fundamentos y la metodología de la ciencia. Como el segundo es un sacerdote, se ha considerado significativa su presencia junto a Einstein y en ocasiones, se la suele presentar como un ejemplo del diálogo entre ciencia y fe.
Sin embargo, sin abandonar ninguno la perspectiva científica, no lograron entenderse hasta el grado de compartir sus teorías sobre el universo físico, a pesar de cultivar la misma disciplina científica. Por ello creemos que el llamado diálogo entre ciencia y fe no debe someterse a simplificaciones que lo menoscaben. No debe extrañar entonces que en el denominado «diálogo entre ciencia y fe», puedan existir opiniones distintas y discordantes. La mayor parte de los más sonados desencuentros, no pasa del nivel de discusiones estériles entre personas que no pueden confrontar evidencias y a las que les gusta opinar sobre cualquier ámbito de la ciencia, de la fe o de ambas.
El origen del universo físico
La consideración rigurosamente científica del origen del universo es un problema relativamente nuevo. Aunque nuestros conocimientos sobre la historia humana oral y escrita tienen menos de 5.000 años, se desprende de distintos datos arqueológicos que el hombre tiene preocupación por el mundo en el que vive y se forma ideas sobre el universo como un todo, desde mucho antes.
El Universo estático
Este modelo presenta la antigua concepción de un universo con la Tierra en su centro y los planetas describiendo complicadas órbitas sobre un fondo de estrellas supuestamente fijas. El del movimiento es el primer problema que se debe resolver, y puede considerarse como el fundamento para conseguir una descripción física del universo. Con esta idea de fondo, todas las teorías sobre el movimiento celeste invariablemente respaldaron la concepción de un universo globalmente estático, estable y por lo tanto inmutable y eterno. Esta ubicación preferente para el «centro del universo», debió esperar para su respaldo general a la aparición del libro de Nicolás Copérnico en 1543, a las extraordinarias observaciones astronómicas de Tycho Brahe y a su utilización por Johannes Kepler.
El modelo heliocéntrico tenía soporte racional y observaciones experimentales adecuadas, pero hasta los trabajos de Isaac Newton estos modelos no pueden considerarse dentro de lo que actualmente se denomina una «teoría científica». Es decir, algo que ya es una teoría física. Esta idea reemplaza la de un espacio con un lugar privilegiado para situar un sistema de referencia, sea éste el centro de la Tierra, el Sol o cualquier otro punto del universo. Para Newton, el espacio y el tiempo continúan desacoplados y el universo permanece infinito e inmutable, es decir, eterno.
Este universo no tiene necesidad de un origen en el espacio o en el tiempo, aunque podría tenerlo. En 1905, Albert Einstein presentó su teoría de la Relatividad Especial , cuya simiente ya venía madurando dentro de la física, fundamentalmente con los trabajos de Georges FitzGerald y Heindrik Lorentz y los análisis sobre el resultado negativo del experimento de Michelson-Morley. Efectos que son muy notorios a velocidades cercanas a la de la luz, y que recibirán posteriormente su explicación integrados en el marco de la teoría de la relatividad especial. Sin embargo, ambos se quedaron ante las puertas de la teoría de la relatividad.
En esencia la teoría se refiere a la comparación entre las medidas realizadas en diferentes sistemas llamados inerciales, que se mueven con movimiento rectilíneo uniforme unos respecto de otros. Maxwell llevada de la mano de FitzGerald y Lorentz la teoría que introdujo las nuevas cuestiones relativas al espacio y al tiempo. Einstein en su teoría plantea también la equivalencia entre masa y energía. Nuevamente, la teoría anterior queda absorbida como caso límite.
Las teorías anteriores son consideradas como lecturas válidas del mundo real, a su vez, las nuevas podrían ser absorbidas en el futuro, dentro de otra teoría más general.
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Muy interesante, sobre la masa , el espacio