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En un momento tan complejo como el actual, en el que la globalización determina gran parte de nuestra vida cotidiana e influye en las relaciones que establecemos con personas de muy distintas procedencias culturales, es necesario repensar el sentido de la educación e incorporar entre nuestros objetivos prioritarios las estrategias que Delors definía en el informe “La educación encierra un tesoro”: aprender a aprender, aprender a ser, aprender a convivir.
El mundo se ha convertido en una pequeña aldea por la que transitamos a una velocidad nunca antes conocida, ya sea a través de Internet, de los medios de transporte o con los medios de comunicación.
Las relaciones que establecemos en pocos segundos, de un lado a otro del planeta, determinan una existencia marcada por la relación con una sociedad interconectada, a la vez que mantenemos la pertenencia a un entorno más cercano que puede cambiar a lo largo de nuestra vida. Ésta es una de las razones que definen los objetivos de la escuela intercultural, ya que es imprescindible que todos los alumnos y todas las alumnas desarrollen las estrategias y competencias interculturales adecuadas para comunicarse y relacionarse desde el respeto a la diversidad y en el marco de los derechos humanos, en el contexto de la ciudadanía global.
Por otra parte, las Escuelas Interculturales responden a la necesidad de justicia social al plantear la actuación y el compromiso activo frente a las desigualdades. Desde el marco democrático, debemos eliminar aquellas situaciones de discriminación que se pudieran producir por razones de sexo, religión, clase social, etnia, cultura, distintas capacidades u orientación sexual, gestionando las medidas oportunas para que todos los alumnos y las alumnas tengan oportunidades equitativas para alcanzar el éxito escolar. Esto supone no sólo garantizar su acceso, sino, además, adecuar las estructuras, desarrollando programas de inclusión que garanticen su plena participación en el proceso educativo. Esto sólo se puede realizar desde el respeto, porque es necesario el reconocimiento de la diversidad en la complejidad de un mundo interdependiente y desde la igualdad ya que desde los supuestos de los Derechos Universales debe ser posible la elaboración dialéctica de una cultura compartida desde el pluralismo democrático.
Por último, en la Escuela Intercultural, desarrollamos estrategias de educación antirracista, para que toda la comunidad educativa se comprometa a estar en situación de alerta contra la discriminación y comprometida en la lucha contra el racismo y la xenofobia y dispuesta a denunciar circunstancias que perpetúan las situaciones de desigualdad, discriminación y racismo.
Ésta es una guía sencilla en su formato y profundamente compleja en su sentido. Resume el espíritu que queremos llevar a nuestras escuelas, defendiendo la justicia, la igualdad y nuestro compromiso contra el racismo y cualquier otra forma de discriminación contra el ser humano. La igualdad en la diversidad, la justicia frente a la discriminación y el derecho a la diferencia constituyen los principios fundamentales sobre los que se apoya la perspectiva intercultural en educación.