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Respuesta:Rimas del coronavirus
Explicación:Desde hace dos años, cada generación de la #RedLATAM de Jóvenes Periodistas de Distintas Latitudes tiene un ejercicio sui géneris: contar una noticia relevante en su país, en un formato no periodístico. Es una forma de explorar con otros lenguajes, aptitudes, sensibilidades y un impulso para salir de la zona de confort y atreverse a pensar fuera de la caja.
En medio de la pandemia, diversos integrantes de la 4ta generación de la #RedLATAM tuvieron como tema elegido la emergencia sanitaria por Covid-19.
Aquí presentamos cuatro poemas: desde Nueva York, La Habana, Buenos Aires y Bogotá. Las rimas también cuentan lo que vemos y sentimos desde el encierro.
Ya está en todas partes
Por Mercedes Gorostiaga (1993, Argentina) desde Nueva York
No hay tiempo que perder.
Los viajeros corren y el miedo también.
Para combatir una epidemia hay que actuar con rapidez.
Pruebas fallidas y reglas complicadas.
Un gobierno insuficiente con una doctora inteligente.
Con resultados nulos.
Y un sistema burocrático.
Se habla de oportunidades perdidas.
De frustraciones y muertes.
Mientras los científicos gritan por atención.
La tos se convierte en un sonido aterrador.
Mientras el gobierno genera indignación.
Los doctores llegan a la peor conclusión.
Un virus incontrolable.
Una pandemia indescifrable.
Y un gobierno incompetente.
El tiempo se fue y los viajeros también.
La pandemia está acá y la muerte también.
Salvar, salva
Por Yohan Amed Rodríguez Torres (1994, Cuba) desde La Habana
Era un miércoles 18 de marzo, plena pandemia
un barco flotaba en aguas cálidas y caribeñas.
Británicos eran, Braemar era el nombre del navío.
Casi mil personas al brío de lo que pueda pasar.
Nadie los quería ayudar, todos cerraron sus puertos.
Ellos se creían muertos, todos, en medio del mar.
El susto no era en vano, tenían a 5 enfermos.
Casi mil personas dentro, huyendo del SARS-CoV-2.
Jamás pensaron que aquí encontrarían alivio
para el martirio del Covid-19.
Muchos dijeron que no, otros dijeron que sí,
Entonces, ¿cómo actuarían ante una alarma así?
Hubo sus conversaciones, embajadas, cancilleres.
Se tomaron procederes, los más seguros posibles.
Al final, era inhumano si los dejaban allí.
Fueron cubanos, de aquí, gente sin capas, ni héroes.
Gente sencilla, que quiere lo mejor pa’su país.
Y de seguro que nunca se hubieran imaginado
Que un “Te quiero, Cuba” alzado desde un cartel gigante
Sería el mayor relajante de seguridad y esperanza
Que inclinaría la balanza política una vez más
Hacia un país que jamás dice que no ante una ayuda
Porque ese país es Cuba, de gente simple, elegante
Que no les hicieron desplantes a los ingleses “buqueros”
Arriesgando a sus guagüeros y personal sanitario,
Pa’que al final no haya agravios, ni cruceros con desvelo.
El Encierro
Por Charlie Barrera (1994, Venezuela) desde Buenos Aires
El encierro escarba en tu personalidad
halla lo que ni piensas
explota minutos de versatilidad
y más te encierra.
El encierro te recuerda la brisa en el rostro.
El encierro solo tiene ángulos rectos.
El encierro te hace imaginar al otro.
El encierro alucina paisajes por defecto.
Al amarillo solo lo disfrutan los ladrillos
impregnan los bordes verdes
el viento ya no juega
con su negro cabello,
la oscuridad
pequeños destellos,
a la albiceleste nadie la observa
se mantiene inerte
Horas multiplicadas en pocos metros, una faena
abrazas tu recuerdo afuera
obesa la nevera
para todos la primera
la pandemia es un laberinto que espera
habitamos la cuarentena
Lo que no se detuvo
Por Samara Díaz (1996, Colombia) desde Bogotá
Un virus ha hecho que el mundo se detuviera.
Se han cerrado fronteras,
Se han pospuesto los viajes, y las ceremonias de grado.
Un virus ha recorrido el planeta entero para visitar
a los que viven del día a día de su trabajo, y también a los que
acostumbran a comer caviar los viernes en sus yates.
No ha distinguido clase social, raza, ideología política o género.
Ha sido la parca viajera;
paseándose por los continentes
y adelantado a su paso
el sueño eterno de la muerte.
Parece que el mundo se ha detenido,
Ni el metano, ni el dióxido de carbono,
siguieron contaminando.
Las fábricas cerraron, los gimnasios también.
¿Y las iglesias? Vacías.
El tiempo se detuvo,
El caviar siguió en el congelador,
el yate en la orilla.
Y las mentas y los dulces del vendedor ambulante
se las está comiendo a escondidas su hijo de 8 años.
Los bancos se preocupan,
los gobiernos también.
Los hospitales no dan abasto,
y los muertos ni alcanzaron a despedirse de sus vivos.
Las leyes cambiaron,
la cuarentena apareció.
Y el tiempo se detuvo…
Pero en casa, en muchas casas,
el miedo,
el agresor,
el golpe,
el grito y el insulto
no se detuvieron.